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Reseña MARVEL Colección Los Eternos Tomo 2: Matar a un Dios espacial

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Segunda entrega de Los Eternos que completa la etapa original llevada a cabo por Jack Kirby a mediados de los setenta. Panini Comics continúa recopilando en tapa dura las participaciones más relevantes de Los Eternos en el Universo Marvel.

La Unimente

A veces, ante una gran amenaza, la fuerza individual no es suficiente y prevalece el trabajo en equipo, para mediante esa unión solidaria lograr alcanzar el objetivo definitivo de la victoria. En el caso de Los Eternos la máxima expresión de esa solidaridad se encuentra en la llama de Zuras, el omnipotente, para formar la Unimente. Todos los miembros de la raza Eterna se unen en una entidad cuyo fin es servir a dar con una solución a un problema extremo. Aunque enfrentarse a los Celestiales puede ser un hueso duro de roer hasta para la máxima expresión de poder de los Eternos.

Jack Kirby proseguía presentándonos una nueva serie de conceptos en cuanto a la raza de los Eternos. Su heroicidad está más allá de toda duda y no dudarán en ponerse del lado de los humanos ante cualquier amenaza que surja. En los números que cerraron esta primera etapa de los personajes, Kirby continuó explorando la posibilidad de que fueran ajenos al Universo Marvel tradicional, aunque si contempló que los superhéroes existiesen en la ficción de los comics de ese mundo. Uno de los puntos fuertes será verles enfrentados a un autómata que gracias al poder cósmico es una copia de Hulk.

Una labor inacabada

El Rey no logró dar continuidad a la colección y por tanto dejó en el tintero la resolución de toda la trama que afectaba a la Cuarta Horda de los Celestiales. Antes de llegar al número 19 USA tuvo la oportunidad de seguir enriqueciendo el panorama que rodeaba a los Eternos con enemigos como los desviantes Zakka, Tutinax o Dromedan, así como ese eterno zafio que resulta ser Druig, hijo de Valkin y primo de Ikaris. Todos pondrán en serios apuros a los Eternos que se nos han ido presentando a lo largo de estos pocos números, con protagonismo principal de Zuras, Ikaris, Sersi, Thena y Makkari.

A pesar de la riqueza de conceptos, la obra de Jack Kirby no termina de enganchar, se pierde en muchos detalles y pretende abarcar más de lo que puede ofrecer. Esa dispersión afecta al interés que pueda despertar la primera colección de los Eternos mucho más de lo que cabría imaginar. La trama de la llegada de los Celestiales queda prácticamente apartada de esta segunda parte, dejando un residuo menor que no cala en el lector, deseoso por encontrar respuestas que tardan tanto en llegar que terminan por no aparecer cuando llegamos a la conclusión del tomo.

Reconocer el conjunto

Los Eternos llegaron a nuestro imaginario a través de estos diecinueve episodios más un “Annual”. Recibieron en estas páginas no solo su bautismo de fuego sino la mayor parte de sus características principales que aún se mantienen vigentes. Este origen lo vamos a ver plasmado próximamente en la gran pantalla, en menos de un mes, el 3 de noviembre. Y las premisas fundamentales beberán de esta etapa que Kirby nos ofreció en su regreso a Marvel, una vuelta que apenas duró tres años y que no vería renovado el contrato tras hacerse cargo de etapas en Pantera Negra o el Capitán América.

El legado de los Eternos fue pasando por otras manos que les introdujeron realmente en la Tierra 616 de Marvel, pero eso lo iremos viendo en las próximas entregas. Lo importante es que a pesar de los altibajos que encontramos en estos números nos encontramos ante una creación de tal importancia que ha dado para multitud de páginas en las que no solo los Eternos tienen su relevancia. Los Celestiales llegaron para quedarse y convertirse en una de las fuerzas más temibles y poderosas del universo.

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