Tras el arranque espectacular que se había producido en el primer volumen con los once primeros números de la colección y algunos especiales, tocaba asentarse en el mercado. Panini Comics nos ofrece la larga aventura que llevó a Excalibur a saltar de dimensión en dimensión.
Bebiendo de los grandes
Dimensiones paralelas supuso para Excalibur un largo viaje que se extendió a lo largo de doce entregas y una más añadida que ponía el punto y final. Inicialmente esas previsiones llevaban hasta solamente nueve, un número ya respetable, pero finalmente un año entero de la serie estuvo bajo la influencia de la saga, con un tie-in mediante. Gracias a Cacharro, el engendro cabezón capaz de abrir puertas entre dimensiones, el grupo sufrió un periplo más que curioso moviéndose gracias al poder de Rachel Summers que alimentaba al constructo mecánico y arrastraba a un tren que no necesitaba de raíles para moverse.
Chris Claremont aprovechó no solo para dar rienda suelta a momentos disparatados que destilaban un enorme sentido del humor, incluso se permitió homenajear a los clásicos, incluso uno propio de los primeros tiempos de Kitty Pryde en la Patrulla-X. A lo largo de dos números de la aventura podemos ver como Rondador Nocturno se convierte en protagonista como Señor Guerrero en una especie de planeta que nos recuerda a Marte, con princesas hermosas así como una serie de razas extraterrestres, una de las cuales con cuatro brazos que también son significativos.
Hablamos del John Carter de Edgar Rice Burroughs, también creador de Tarzán. Pero esa historia termina teniendo una narradora que no es otra que la Srta. Pryde, al igual que hiciese con Illyana cuando le narró El Cuento de Hadas de Kitty, uno de los grandes momentos de la segunda etapa de Dave Cockrum a los lápices de los mutantes.
El elemento distorsionador
Aunque prevalece en todo momento la acción y la fantasía, es indudable que uno de los elementos que vertebra las relaciones de los personajes es el amor. Nos encontramos con dos triángulos amorosos que afectan a todos los miembros del grupo, siendo el añadido de Alistaire Stuart el que termina ofreciendo la suma necesaria para ello. Tanto Kitty como Rachel Summers se verán inmiscuidas con Stuart mientras Brian “Capitán Britania” Braddock y Rondador Nocturno seguirán desarrollando su propia parte junto a la metamorfa Meggan, novia oficial del primero.
Por el camino tendrán que vérselas con todo tipo de amenazas pero unas tendrán más peso que otras, como la de Jamie Braddock y sus habilidades para distorsionar la realidad, colocando a todos los hermanos de la familia con el estatus de seres superpoderosos, no podemos olvidar a Elizabeth “Betsy” Braddock, Mariposa Mental, en ese momento dada por muerta tras los sucesos narrados en “La Caída de los Mutantes”. Mientras tanto, otros enemigos siguen desarrollando sus historias en un segundo plano, como la Tecno-Red y sus relaciones con Nigel Frobisher, con la sombra de Ópalo Luna Saturnina siendo todavía alargada.
Un largo número de invitados
No existe ninguna duda de la inestimable labor de Alan Davis como ilustrador titular de la colección, sin él Excalibur seguramente no hubiese dejado el sabor de boca tan bueno que los lectores de finales de los ochenta disfrutaron, igual que su etapa en solitario, guion y dibujo, que podremos disfrutar más adelante en futuros volúmenes omnigold. Pero para cubrir sus retrasos o por motivos especiales, en este tomo tenemos también la oportunidad de encontrarnos con excelentes autores de la talla de Rick Leonardi, Ron Lim, Chris Wozniak en sus inicios, Collen Doran o David Ross.
Mención aparte merece el episodio dibujado por Barry Windsor-Smith con tintas de Bill Sienkiewicz, un cruce con la serie The Nth Man, en el que todavía seguimos con coletazos de los intercambios multiversales más la necesaria colaboración del desequilibrado Jamie. Mucho más enfocado a una narrativa rompedora, con elementos extraídos de la grandilocuencia distorsionada de dos genios del dibujo.
Aquí Claremont da más rienda suelta a un tono mucho más severo, alejado de tanta comedia, afrontando la gravedad de haber perdido a Kitty Pryde a lo largo de las páginas anteriores, dejada en manos de una versión de Courtney Ross, con Fenix desatando su poder para hacer frente a una amenaza de poder casi ilimitado. Unas páginas que complementan de forma diferente el derroche de fantasía de los mundos “faerie” de las islas británicas. Un tomo presidido por el humor que deja espacio para muchas más cosas que hagan volar nuestra imaginación.
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