Llega el tomo Marvel Gold de la Patrulla-X que permite enlazar con el coleccionable blanco de los X-Men, conteniendo los números anteriores y posteriores de La Caída de los Mutantes más los del evento principal. Panini Comics sigue completando los años dorados de Claremont en los mutis, ahora con Marc Silvestri a los lápices.
Como era todo entonces
El mundo de los mutantes era un gran drama a finales de los años ochenta del siglo XX. Enlazaban un evento en formato crossover tras otro, sin ni siquiera tiempo para cerrar las heridas del anterior. Tras la Masacre Mutante era el turno de la Caída de los Mutantes y todavía estaba por llegar Inferno al año siguiente y mucho más. Todo un carrusel imparable que iba a terminar de mandar al estrellato a unos personajes cada vez más poliédricos, con una riqueza en su desarrollo que no dejaba de ampliarse en nuevas facetas. Patrulla-X y Nuevos Mutantes habían visto como un nuevo supergrupo surgía, Factor-X.
Pero no iba a ser el único, de las cenizas de la Masacre Mutante surgiría Excalibur. Si bien Factor-X había nacido lejos del control del Patriarca Mutante, Chris Claremont, Excalibur si lo haría bajo su mando y una vez que Louise Simonson tomo los guiones de los integrantes originales de los componentes de la Patrulla-X original, el manto cubrió a todas las colecciones mutantes de gran relevancia. Pero todavía había que colocar determinadas piezas sobre el tablero y la Caída de los Mutantes otorgaría un nuevo status a la Patrulla-X, no sin antes seguir combatiendo a los Merodeadores buscando venganza.
La orquesta llega al adagio
Antes de llegar a La Caída de los Mutantes había que llevar todas las piezas a su lugar adecuado. Por eso Claremont plantea diferentes líneas argumentales que terminan por converger en el evento de esa temporada, con fechas de portada de principios de 1988. Una de ellas la protagoniza en exclusiva Tormenta, en una búsqueda por recuperar sus poderes, arrebatados tiempo atrás por Forja, con el que había llegado a mantener una relación muy personal a lo largo de aquellos recordados números que, en años anteriores, contaron con dibujo del gran Barry Windsor-Smith. Destaca también como no queda en el olvido la figura de Madelyne Pryor, a la que el guionista británico tiene muy presente e integrada en la colección.
Por otra parte, una Patrulla-X repleta de lo que podríamos considerar novatos (Longshot, Dazzler, Mariposa Mental y un Kaos que era un niño con zapatos nuevos), trazaba su propio rumbo mientras se acercaba al enfrentamiento con la Fuerza de la Libertad, el grupo gubernamental que bajo el auspicio de Mística se enfrentaba por aquel entonces a muchos grupos de héroes que no acataban las órdenes del gobierno o simplemente, con premeditada injusticia, trataban de quitarse de en medio a aquellos con los que tenían alguna cuenta pendiente. En el caso de los mutantes solo hay que echar la vista atrás hasta los sucesos de Días del Futuro Pasado, cuando los ahora gubernamentales respondían al nombre de Hermandad de Mutantes Diabólicos.
El clímax de Dallas
No cabe duda que en el Eagle Plaza, ese edificio ficticio donde Forja tenía su laboratorio y residencia, tuvo lugar un enorme punto de inflexión que mezcló la batalla física con el componente místico del duelo que enfrentó al enemigo en la sombra, que hasta ese momento era el Adversario, con Roma, la hija de Merlín. Toda una oda al sacrificio para lograr un bien mayor que acabó con La Patrulla-X viviendo en Australia y siendo declarados muertos para el resto de la humanidad. Las viejas rencillas incluso se apagaban para dar lugar a la necesaria colaboración de muchos de los implicados. Y también teníamos de vuelta a uno de los tres daños colaterales que había dejado la Masacre Mutante, justo a tiempo para la lucha definitiva, Piotr Nikolaievitch Rasputin, Coloso.
Y colorín colorado este cuento… está muy lejos de encontrar su final. El hechizo dejó un nuevo statu quo que explorar y vaya si dio de sí. El despliegue creativo de Claremont no solo dejó una historia de dolor de muchas y diferentes facturas, abrió las puertas a un nuevo mundo que explorar y poco después desplegó una nueva localización que ha dado muchos quebraderos de cabeza a los mutantes, Genosha. Allí tendría lugar un futuro crossover, X-Tinction Agenda (Proyecto Exterminio) por no mencionar todas las páginas de historia mutante que han venido posteriormente a la amenaza de los Magistrados.
El efecto Claremont
Christopher Claremont estuvo al frente de la cabecera principal de los mutantes durante la friolera de dieciséis años consecutivos (1975-1991). Todas y cada una de las fases que planteó son muy recordadas, así como los dibujantes que le acompañaron de manera más o menos fija. Dave Cockrum (en dos etapas), John Byrne, Paul Smith, John Romita Jr., Marc Silvestri y Jim Lee ilustraron cada una de las genialidades que al Patriarca Mutante se le pasaron por la cabeza, dando empaque a una historia que sin ellos no hubiese tenido el mismo relumbrón.
En los números que nos ocupan en este tomo Silvestri llevó el mayor peso de la narrativa gráfica, con puntuales colaboraciones de Kerry Gammil (un episodio) y Rick Leonardi (que se convirtió en su “suplente oficial” cuando las fechas de entrega apremiaban). También se incluye aquí el Annual #12 de la colección que formaba parte de la Guerra de la Evolución, con dibujo precioso de Arthur Adams. Todos y cada uno de los tomos Marvel Gold de La Imposible Patrulla-X son verdaderos must-have en cualquier colección particular, este no se queda a la zaga, es imprescindible para entender todo lo que iba a venir después.