Segunda entrega en tomo de tapa blanda de la nueva colección que tiene por protagonista a Jennifer Walters, la abogada, Vengadora y prima de Bruce Banner a la que conocemos mejor por su alter ego, Hulka. Panini Comics prepara cemento y ladrillos para reparar las paredes que Jen va a ir derribando a su paso.
Nominada al Eisner
La actual serie dedicada a la sensación verde ha recibido recientemente la nominación a mejor serie regular, She-Hulk, por Rainbow Rowell, Rogê Antônio, Luca Maresca, y Takeshi Miyazawa, a lo que habría que añadir la nominación de Jen Bartel a mejor portadista por el trabajo que está realizando en la misma. Esto ya dice bastante del buen hacer que están llevando a cabo los autores implicados en la misma, devolviéndonos ese espíritu que tanto echábamos de menos y al que siempre nos hacen retrotraernos a través del tiempo, hasta las etapas de John Byrne y Dan Slott, aquellas en las que el humor, el amor y la aventura eran los pilares sobre los que giraba todo.
Rainbow Rowell conoce al personaje y vuelve a poner de relevancia su labor como abogada, aunque el buffet no sea el mejor del mundo, pese a la presencia del Asombroso Andy (un personaje cuya primera aparición data ni más ni menos que del Fantastic Four #15 de 1963, cuando fue creado por el Pensador Loco). Al final, la limitación de no defender a clientes con poderes va a suavizarse, hasta el punto de contactar con Rondador Nocturno para temas krakoanos o tener que llevar a cabo la defensa de un Muertebot inocente, a pesar de creerse el mismísimo Doctor Muerte, como su buena programación establece.
La conciencia del lector presente
No resulta una tarea fácil atravesar la cuarta pared desgarrando la página por completo, emprender una conversación con el que se halla al otro lado, el que pasa las páginas, lee los bocadillos y se detiene a contemplar los coloridos dibujos de sus personajes favoritos. La cuarta pared debería ser invisible, imaginaria, permitirnos ver desde su elemento transparente sin que la mirada fuese devuelta, aunque haya que reconocer que a Hulka (y a Masacre) le sienta la mar de bien esa relación, a veces muy cercana con su público. Una característica explotada a día de hoy pero que forma parte del ADN de Jennifer Walters desde los años ochenta, por lo que nos hemos acostumbrado a sus amenazas, a sus confesiones a sus peticiones de complicidad y también de consejo.
El humor traspasa fronteras, ofrece una perspectiva diferente, tanto para expresar rabia como para dejar clara la postura del protagonista, para dejarnos un chiste fácil o hacernos partícipes de los planes para salvar el día. Hulka no es solo el elemento narrativo que nos lleva por su trabajo como abogada o por sus luchas contra supervillanos, es una compañera de viaje, la que nos sujeta el mapa de carreteras, la que te obliga a hacer una parada en la siguiente gasolinera porque necesita carbohidratos o aquella que tras un mal día se acerca a nuestro hombro y se echa a llorar cuando el drama alcanza cotas de ruptura sentimental.
Que la radiación no nos separe
Por eso cuando Jen comienza a sentir mariposas en el estómago por culpa de Jack Hart, el superhéroe conocido como La Sota de Corazones, somos capaces de acompañarla al altar sujetando la cola del vestido. Jack ha perdido sus poderes en su vuelta a la vida por lo que la radiación que normalmente emitía y que podía afectar a Hulka no es un impedimento para tener un acercamiento más íntimo, de aquellos que dejan escenas en los que la camiseta de uno pasa a ser el pijama de la otra, aunque te la deje dada de sí.
La labor de Luca Maresca y Takeshi Miyazawa es considerablemente diferente, aunque ambas sean muy buenas. El estilo del italiano y del natural de Canadá pero de ascendencia japonesa no son comparables. Mientras Maresca afronta los lápices desde un punto de vista más formal, Miyazawa se enfrenta al papel desde esa línea cercana al amerimanga que tanto le caracteriza. Cierto es que su aproximación a Hulka es perfectamente válida en ambos casos y cualquier cosa parece quedarle bien siempre que Jen sea la que controla a su Hulk interior, esa versión que llevábamos tanto tiempo echando de menos y que por fin hemos recuperado, bien sea por influencia de la serie de televisión o porque ya tocaba que volviese a ser ella misma y no una Hulka salvaje y desaliñada.
