Nueva vuelta de tuerca a los mutantes más jóvenes del panorama de Krakoa, con la continuación de las aventuras de algunos viejos conocidos y otros secundarios que cuentan con una oportunidad única para brillar. Panini Comics enfrenta a los Nuevos Mutantes a un villano muy clásico, el Conde Nefaria.
Cuando la personalidad abre puertas
No son escasas las ocasiones en las que personajes que no han protagonizado sus propias cabeceras cuentan con oportunidades en otras más genéricas o corales. Los Nuevos Mutantes son un grupo que precisamente favorece el lanzamiento al estrellato de nuevas figuras, salidas directamente de la imaginación de los guionistas o ya presentados anteriormente y que cuentan con una opción interesante para ser desarrollados. Algunos incluso han cambiado de apariencia desde que Krakoa entró en sus vidas, han conseguido un cuerpo para moverse y expresarse más allá de los pensamientos. Hablamos por supuesto de Cerebella.
Su historia cobra importancia por la llegada de Andanza, una mutante capaz de hacerse con poderes de otros que tiene cerca. Esta chica transgénero, cuyas intenciones eran ser una supervillana, conseguirá no solo un mayor desarrollo sino que ayudará a catapultar el de otros, como la citada Cerebella o Exploradora (lo que le gusta a Gabby meterse en un buen meollo). Todo mientras los veteranos colaboran en salvar el día contra la amenaza del Conde Nefaria y la Legión Letal, que se halla bajo su tutela y en una reestructuración profunda que contará con nombres como los de Piedra Lunar, Unicornio, Abrecráneos o Volga Belle.
Muere, basura mutante
La trama nos devuelve a recuerdos lejanos de los años ochenta, cuando tuvo lugar el primer gran crossover mutante, el que les llevó a presenciar una enorme masacre en los túneles morlocks, bajo Nueva York. Ver a Rahne Sinclair recorrer de nuevo esos angostos pasillos, las huellas y secuelas que todavía permanecen allí, los habitantes desamparados que todavía recorren los pasadizos… provoca el retorno de un odio que nunca ha abandonado a los mutantes, que se exacerba más a cada paso que dan.
La era de Krakoa no ha suavizado esa sensación, siempre habrá quien los rechace, quien los desprecie, quien los envidie por lo que son, lo que piensan que suponen, por ser simplemente diferentes, sin pararse a pensar en las personas que hay debajo de las apariencias, los uniformes o los poderes.
Lo que muchas veces duele más no es que villanos desnortados orquesten esas campañas sino que los ciudadanos de a pie, aquellos que sufren las secuelas de las batallas que libran los mutantes, verbalicen ese rechazo, se vean convencidos por esos discursos que presentan a los héroes como amenazas para todos, no solo por el peligro provocado sino por ese convencimiento de las intenciones de conquistar y erradicar al homo sapiens sapiens por parte del homo superior.
Cuánto daño hace la publicidad engañosa. Pero sin eso no tendríamos amenazas tan importantes como Orchis, bastante más seria que la de Nefaria y compañía, que no pasan de representar apenas una pequeña molestia.
El amor que cura heridas
Pero la principal aventura que nos narra Charlie Jane Anders es la que envuelve a Andanza y Cerebella, una historia de amor que necesita de espacio para desarrollarse, que precisa de tomar riesgos, porque todo amor que se precie es una apuesta de la que tenemos que aprender mucho, dejar egos a un lado, vivir por y para la persona que hemos elegido, sin sacrificar nuestra alma del todo pero siendo conscientes del gran cambio que va a suponer. Anders lo sabe y nos ofrece momentos importantes, incluso sublimes, donde un reguero de lágrimas dice más que un beso.
Por último vamos a hablar un poco de Enid Balám, el artista encargado de la parte gráfica de este tomo. El mexicano peca de aportar unas proporciones a los personajes que deslucen sobremanera el resultado, lejos de resultarnos un toque cartoon gracioso. Aparte de eso se trata de un dibujante que hace gran hincapié en las expresiones faciales, muy destacadas a la hora de expresar las emociones que desbordan los protagonistas. No estamos ante ninguna obra maestra pero sí ante un momento importante para algunos personajes, que roban el protagonismo en cada escena a aquellos que llevan más tiempo con nosotros.
