Los errores que cometemos tienen consecuencias acordes, que se lo digan a T’Challa, el antiguo rey de Wakanda. Panini Comics abraza la democracia de la remota nación africana para dar un golpe de timón a las anteriores instituciones de agentes durmientes de Pantera Negra.
El fin justifica los medios
Esa es una creencia muy extendida y a mayor objetivo más elevada la cantidad de medios para lograr lo deseado, aunque al final estemos enviando cañones para matar moscas. Un monarca con el poder y control que ostentaba Pantera Negra tiende a planear cualquier desavenencia que pueda surgir, aunque ni siquiera llegue a pasar por la imaginación de mundanos mortales como la gente de a pie. Nunca se está lo suficientemente preparado para afrontar una crisis mundial, incluyendo una estructura de agentes durmientes que pudiesen actuar en caso de tener que hacerse con el control de La Tierra para postrarla a los pies de su rey. Nunca se sabe cuando un Biden, Netanyahu, Putin o Kim Jong-un de turno va a sacar su arsenal a relucir y poner en peligro la estabilidad mundial.
Pero esa previsión, ese tener todo en cuenta aunque no sea necesario realmente, lleva a escenarios en los que todo puede perder el punto de vista objetivo, alejarse de la realidad, suponer que tras todo ese sacrificio hay una idea única y verdadera que hay que hacer cumplir. T’Challa va a comprobarlo en sus propias carnes cuando uno de sus más apreciados agentes regrese de las sombras, o mejor dicho, de la muerte, para ponerle contra las cuerdas. Debilitado como está por sus recientes heridas y sin el apoyo de su nación ni de Los Vengadores, Pantera Negra va a tener que agarrarse incluso a un clavo ardiendo para intentar parar todo lo que se le viene encima.
Lo que hay que tener para liderar
Llevar el peso de la tarea de gobernar no es algo sencillo. Las decisiones que se toman no siempre benefician al cien por cien de la población al cargo de un gobernante, da igual su signo político o la mano férrea con la que empuñe su mando. La buena fe es lo único en lo que se puede confiar llegado a ese punto de no retorno, a esa determinación que puede resultar dolosa para al menos una minoría. No todos tienen estómago para aceptar las consecuencias, ni hablar ya de cometer un error y perjudicar a muchos más de los que se asumía como daños colaterales.
No es un acto heroico, es un mal necesario. T’Challa se tendrá que rodear de miembros de la sociedad wakandesa a los que no ha espiado, de los que no ha obtenido datos para su propio beneficio o el del mundo, personas invisibles a su sistema de control, la mayoría por gozar de su confianza.
Y aunque pudiéramos pensar que Pantera Negra tiene amigos suficientes para cubrir esa necesidad nos encontramos con todo lo contrario, un círculo muy reducido, muy propio de un monarca casi absolutista, aunque sus actos estén marcados por el bien. Su hermana Shuri, Gentil, Tosin, Soldado Búfalo y las Emancipadas, Omolola e Imani tendrán que intentar recuperar los principales Centros de Datos mundiales si no quieren que su enemigo devuelva al mundo a la Edad de Piedra haciendo caer Internet, del que por desgracia depende todo hoy en día y sin ciertas tecnologías estaríamos prácticamente a ciegas. ¿Cómo pensáis leer estas geniales reseñas de Cinemascomics de lo contrario?.
Como agua caída del cielo
Así que hasta la ayuda de cierto Hombre Submarino será bienvenida cuando todo se ponga en contra de nuestros protagonistas, incluidos los Héroes más Poderosos de la Tierra. Namor se posicionará junto a T’Challa, no en vano ambos saben lo que es ser reyes de sus respectivos pueblos. Y John Ridley, que disfruta muchísimo de una buena trama política aderezada con espías, lo sabe mejor que nadie. Ambos monarcas tienen motivos más que fundados para odiarse pero de la necesidad nace el ingenio y eso incluye alianzas sorprendentes, incluyendo aquella que dice que el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Ha llegado el momento de que ciertas rencillas den un paso atrás.
Y al mismo tiempo que disfrutamos esta etapa tenemos que decir adiós a su guionista. Qué duda cabe que nos hubiese gustado una etapa más larga pero al menos hemos disfrutado mucho del buen hacer de Ridley. Como también tenemos que estar satisfechos de los lápices y tintas de Germán Peralta, el argentino que ha embellecido los parajes que rodean Birnin Zana, que nos ha dejado escenas de acción memorables pero sobre todo unos pasajes intimistas entre algunos de los personajes que han tenido más relevancia en este final de la historia, por encima del resto tenemos a Omolola y Jhai, pero también a Folasade y Tosin. Momentos que dicen más que cualquier combate, los que al final enriquecen una historia que no consiste en ver quien pega más fuerte sino de lo que cada uno lleva en su interior.