En 1987 llegó a las salas de cine Predator, una película de supervivencia donde un ser monstruoso llegado desde las estrellas eliminaba uno por uno a un grupo de expertos mercenarios en una jungla remota. Panini Comics se coloca su visor detector de calor para mostrarnos como fue evolucionando su historia.
Un ser diseñado y entrenado para matar
Todo lo que vemos acerca de los yautja, nombre que recibe la raza a la que pertenecen aquellos que conocemos como Depredadores, está enfocado a su afición primordial, jugar con sus presas antes de terminar con ellas. Aparte de su físico trabajado para tener una musculatura que los convierte en enemigos formidables, cuentan con una tecnología que les hace ascender a un escalón superior de la cadena trófica. Desde el armamento que manejan a sus cascos que les permiten mejorar su visión, nos hallamos ante bestias que hacen de sus dispositivos de ocultación un verdadero arte a la hora de mostrarse sigilosos, justo antes de apuntar con sus miras laser que dibujan tres puntos en el cuerpo de sus víctimas justo antes de realizar un disparo que acostumbra a ser letal.
El Depredador disfruta de esa actividad, es su deporte por excelencia, una caza que lleva al extremo. Y para ello Dark Horse hizo uso de la licencia original (como también hizo con Alien) plasmando esa brutalidad acompañada de movimientos inteligentes. Tan solo dos años después del estreno de la cinta que inició la franquicia, llegaron los primeros comics.
Estos llevaron al Depredador a batirse por las calles de Nueva York en lo que sería un anticipo del argumento que posteriormente veríamos en la segunda entrega de la saga, aquella protagonizada en 1990 por Danny Glover, Bill Paxton y Gary Busey, con María Conchita Alonso dando la réplica femenina. Depredador: Jungla de asfalto inaugura la participación de la franquicia en formato comic-book, de la mano de Mark Verheiden al guion y Chris Warner y Ron Randall en las labores de dibujo. Un gran inicio para abrir boca aunque el tomo va a alternar historias interesantes con otras que no lo son tanto.
Una miniserie tras otra, nada de una colección abierta
Tras Jungla de asfalto tenemos una historia corta en blanco y negro justo antes de enfrentarnos a la adaptación al comic de la segunda entrega de la franquicia en pantalla grande. Nos encontramos con una fiel representación de una película que cambiaba por completo el entorno al que se enfrentaba el Depredador aunque le sentaba como un guante moverse por la gran ciudad. Dábamos un salto a un futuro cercano, lo que lo alejaba un poco de la primera miniserie. Dos episodios con guion de Frank Henkel y la parte gráfica en manos de Dan Barry y Mark Bright. Una vez concluida nos adentramos en una miniserie que bajo su título esconde toda una declaración de intenciones, Caza Mayor (Big Game en su edición original).
Los cuatro episodios de Caza Mayor suben la temperatura y nos embarcan en una aventura intensa donde vamos a poder disfrutar de una trama donde la xenofobia entra golpeando fuerte con el protagonismo que el Cabo Nakai, un indio navajo, debe bregar no solo contra un alienígena despiadado sino que tiene que combatir a sus propios compañeros y terminar enfrascado en un duelo a vida o muerte con el cazador supremo, donde el triunfo o la derrota se convierten en una lucha encarnizada por mantener un miembro intacto que consiga mantener el arma que termine dando el golpe final. Guion de John Arcudi y dibujo de Evan Dorkin.
No todo son buenas noticias
A partir de aquí nos encontramos un poco de todo. Guerra Fría va a ser un primer paso en falso, más allá de ver a un Predator destripando rusos no tiene mucho más. Patinazo de Verheiden y Randall. Las arenas salvajes del tiempo no lleva a dar un salto a través de diferentes conflictos bélicos hasta detenerse en la I Guerra Mundial. Esto ya nos indica que la presencia de la raza yautja en nuestro planeta no es algo que se circunscriba solo a nuestro presente y futuro, también estuvieron presentes en el pasado. Protagonizada por un soldado francés nos llegó de la mano de Mike Richardson, Dan Barry y Chris Warner. Acto seguido nos encontramos con diversas historias sueltas donde destaca la historia muda dibujada por Rick Leonardi.
En la segunda parte del tomo de más de mil páginas tendremos tres miniseries tituladas Rencor, Río Oscuro y Almas gemelas, completadas con más historias sueltas intercaladas. Rencor nos abre las puertas a conocer un poco más sobre la raza a la que pertenecen los Depredadores pero apenas se centra en ser una serie de acción pura y dura. Río Oscuro, de nuevo con Verheiden y Randall nos devuelve a un entorno tropical pero no destaca. Y Almas gemelas mejora todo lo anterior al fijar la trama en el estado de Oregón, bosques y montañas para una historia en la que el verdadero villano es un asesino en serie, con el Predator disfrutando de su coto de caza particular engranando todo el conjunto. Guión de Jason R. Lamb y Scott Tolson con dibujo de Brian O’Conell y Roger Petersen.
Muchos extras
El tomo se completa con alguna historia suelta más y con diversos extras que incluyen portadas para recopilaciones en tradepaperback, páginas originales y diversos artículos. Mucho material cuya calidad va dando tumbos de forma constante.
Como sucede con este tipo de tomos tan voluminosos, su lectura resulta incómoda, pero es una forma de tener todo concentrado en pocas entregas.
