Nuestros protagonistas, en Night Club, quieren ganar dinero fácil haciendo lo que les gusta. Reseñamos el 1er volumen de esta serie creada por Mark Millar
Mark Millar es un autor tan prolífico que nadie podía imaginar que para completar su propio universo del comic iba a sacarse de la manga a unos vampiros adolescentes con ánimo de ser superhéroes titulada Night Club. Panini Comics afila sus estacas para contarnos las aventuras de Danny, Sam y Amy.
Antes de Big Game
Se va acercando el evento creado por Mark Millar, con Pepe Larraz a los lápices, que reunirá a la mayor parte del universo que conocemos como MillarWorld. Personajes dispares que han salido de la imaginación del autor escocés que todavía no habíamos podido conocer en España y que forman parte de la trama que aun sigue publicándose en Estados Unidos.
Si el mes pasado tuvimos en nuestras manos Nemesis Reloaded, ahora es el turno de los chicos de Night Club, para durante diciembre poder echar mano de otra serie que también resulta relevante en Big Game, The Ambassadors. Si las creaciones de Millar no fuesen ya pocas tenemos que echarle más leña al fuego.
Por eso entramos de lleno en un tema que parecía haber pasado desapercibido dentro de la multitud de historias que Millar lleva contándonos desde que creó MillarWorld, el de los monstruos, por decirlo de alguna manera.
No podemos achacar al autor haber invadido la parcela reservada a hombres lobo, zombies o el monstruo de Frankenstein… hasta ahora, momento en el que hacen su aparición unos seres que viven al amparo de la noche, de dientes afilados y aversión por el ajo. Aquellos que no pueden traspasar una puerta sin una invitación, los que beben sangre humana y nunca llevarían un crucifijo bajo la pena de sufrir feas quemaduras en su blanquecina piel. Hablamos, claro está, de los vampiros.
Vampiros adolescentes poderosos en Night Club
Night Club es una historia de vampiros, pero no de unos chupasangres cualesquiera, unos que todavía están en la adolescencia de su último año de instituto, pensando en el siguiente paso de sus vidas, la universidad o un trabajo mal pagado.
Sufridores del acoso escolar de los populares jugadores de futbol americano y su comparsa de animadoras y chicas populares, candidatos a devolver el sufrimiento de sus anteriores vidas sin remordimientos… o puede que su afán tenga más que ver con sacar partido de sus recién adquiridos poderes para formar un pequeño grupo de superhéroes con máscaras de luchadores de wrestling del cutre. Un plan perfecto para pasar el día, así su piel no sufre los avatares de una crema de bajo factor de protección solar.
Tendrán que hacer frente no solo a su vida cotidiana sino al grupo de vampiros del que dependen por su nacimiento como seres de la noche. Solamente una fisura podrá detenerlos en el futuro, la relación que Danny, Sam y Amy tienen entre ellos. A chico le gusta chica pero esa chica bebe los vientos por su mejor amigo, eso solo puede empeorar si las cosas no terminan saliendo como se desea. Pero eso es solo el cliffhanger de lo que nos puede deparar una segunda entrega de las aventuras de este grupo de adolescentes que se han adaptado a luchar contra las injusticias con una enorme facilidad, a pesar de sus limitaciones.
Terroríficamente divertido
Si algo destaca sobre el resto es lo entretenida que es Night Club. Como la mayor parte de la obra de Mark Millar desde que empezó a publicar su propio sello, y sobre todo desde que inició su colaboración con Netflix, es la facilidad para deleitarnos con historias directas, sin grandes elaboraciones difíciles de comprender, puro disfrute concentrado en poco más de cien páginas, cinco o seis episodios americanos. Night Club no es una excepción y ha conseguido su propia adaptación dentro de la plataforma audiovisual que llegará próximamente, por lo que en el comic tienes el adelanto perfecto.
El dibujo de Juanan Ramírez recuerda mucho al de Sean Murphy y eso es mucho decir, no hablamos de imitación, solamente de gestos y apariencias comunes en la forma de dibujar a los personajes, con cierta suciedad en el trazo y marcas angulosas. Por lo demás, Ramirez ejecuta a la perfección la acción que requiere la historia, nos hace parecer pequeños ante ciertas amenazas, pero esa sensación solo dura mientras Danny, Sam y Amy no sacan a relucir sus habilidades, el resto es pura poesía en movimiento, sangre, llamaradas y explosiones.