La lista de Schindler de Steven Spielberg cumplirá 30 años desde su estreno este año, recordamos hoy esta joya del cine
La lista de Schindler (1993), una película que se ha convertido en un clásico, ganadora de varios Oscars y que no necesita presentación. Con el protagonismo de Liam Neeson y con la música de John Williams, esta película merece una crítica desde el ahora.
Steven Spielberg logra plasmar a la perfección la historia de Oskar Schindler, y conjugar así una historia desgarradora y dramática que te mantiene pegado a la pantalla durante las tres horas que dura. La película hace que al espectador le florezcan todos sus sentimientos y se sienta parte de la historia. Nos narra el viaje al horror de un grupo de personas, nos hace sentirnos dentro de los agobiantes trenes a pleno sol, y en las duchas de los campos, donde la tensión se mezcla con el miedo y el bochorno, creando en el espectador una sensación de desolación que tienen la suerte de no vivir.
Un formato similar al documental
Con un formato muy similar al de un documental, filmada en blanco en negro y con una producción y montaje soberbios logra darle más énfasis a la historia y verosimilitud. Además la película cuenta con una fotografía espectacular, un elenco que, de lejos, cada actor hace su mejor papel hasta la fecha; empezando por Neeson. Y sin duda alguna la banda sonora es, para mí, lo mejor de la película. Se difumina y entremezcla con el drama que da gusto y que, además, logra ser desgarradora al igual que la película.
Si tengo que poner una pega sería que la película juega con el pensamiento popular: el nazi es un psicópata malo, malo y el judío es un santo.
Es decir, la película no abunda más allá de lo obvio, de lo que todos conocemos. Ahí Spielberg jugó con la baza comercial. Cosa que no es reprochable. Y con esto quiero decir que, quedándonos cortos, la mitad de la película se reduce a una expresión muy simple: nazis masacrando a judíos. A manta, uno por uno. No soy historiador, pero intuyo que no todos los nazis eran unos psicópatas ni todos los judíos unos pobrecitos. Habrá de todo y hubiera estado bien representarlo.
Pero, pese a eso, no deja de ser una obra maestra, un clásico del cine, una obra de arte y una de las mejores películas de todos los tiempos.
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