Cuando Netflix anunció la renovación de Squid Game para una segunda y tercera temporada, no pude evitar sentir una mezcla de emoción y escepticismo. Después de todo, la primera temporada fue un fenómeno único en su clase, una historia redonda que golpeó al mundo entero con su brutal retrato de la desigualdad, el capitalismo salvaje y los límites de la desesperación humana. Pero, ¿era realmente necesario continuar una narrativa que parecía haber dicho todo lo que necesitaba?
Ahora, tras ver los siete episodios de la segunda temporada, tengo sentimientos encontrados. Aunque no es un desastre total, Squid Game 2 no logra alcanzar las alturas de su predecesora y deja una sensación de que algo esencial se ha perdido por el camino.
Gi-hun regresa, pero el impacto no es el mismo
La historia de Squid Game 2 arranca justo donde terminó la primera temporada: Gi-hun (interpretado de nuevo por el siempre brillante Lee Jung-jae) rechaza subirse al avión que lo llevaría con su hija a Estados Unidos. En lugar de eso, decide vengarse de los responsables del mortal juego que lo marcó para siempre. Han pasado tres años desde su victoria y, lejos de disfrutar de su fortuna, Gi-hun ha dedicado su tiempo a investigar y preparar su regreso a ese mundo retorcido.
El primer episodio nos introduce a un Gi-hun destrozado emocionalmente, pero con una determinación que raya en lo obsesivo. Su plan para atrapar al Reclutador (Gong Yoo, que regresa brevemente con su característica intensidad) parece sólido al principio, pero pronto se desmorona en un esquema torpe y frustrante que se extiende más de lo necesario. Durante dos episodios completos, la serie juega al gato y al ratón con el Reclutador, mientras Gi-hun y el policía Jun-ho (Wi Ha-joon) intentan descubrir la ubicación de los juegos. Aunque la tensión inicial es efectiva, pronto se vuelve repetitiva y algo vacía.
Squid Game 2: Un regreso a los juegos menos impactante
Cuando finalmente Gi-hun y Jun-ho encuentran su camino de vuelta al juego, la serie parece recuperar algo de su fuerza. Sin embargo, aquí radica uno de los mayores problemas de esta temporada: el formato y las reglas que hicieron que los juegos fueran tan aterradores en la primera temporada han perdido parte de su magia. La brutalidad sigue presente, pero el factor sorpresa desaparece. Los nuevos juegos son menos imaginativos y carecen del peso emocional que caracterizó a los anteriores. No hay un «Luz roja, luz verde» que te deje sin aliento o un «Marbles» que te destroce el corazón.
Uno de los cambios más notables en Squid Game 2 es el enfoque en las relaciones preexistentes entre los nuevos jugadores. Tenemos a una madre y su hijo (interpretados por Kang Ae-sim y Yang Dong-geun), un rapero psicótico llamado Thanos (Choi Seung-hyun) y una exestrella de YouTube arruinada por el colapso del mercado de criptomonedas (Im Si-wan). Aunque estos personajes aportan una dimensión diferente, carecen de la profundidad emocional de figuras como Sae-byeok (Jung Ho-yeon) o Ali (Anupam Tripathi) en la primera temporada. Como resultado, las muertes de esta temporada son menos impactantes y, en algunos casos, se sienten casi gratuitas.
Las decisiones narrativas cuestionables
Una de las mayores frustraciones es la forma en que la serie maneja al personaje de Jun-ho. Tras sobrevivir milagrosamente a los eventos de la primera temporada, se le presenta como una pieza clave en la investigación para derribar los juegos. Sin embargo, una vez que Gi-hun regresa a la isla, Jun-ho se convierte en una distracción narrativa. Su trama secundaria nunca llega a desarrollarse completamente, y su presencia se siente como un peso muerto para la historia principal.
Otro problema es la introducción de una nueva regla en los juegos: los jugadores deben votar después de cada competición para decidir si continúan o no. Aunque esto podría haber sido una herramienta interesante para explorar la psicología grupal, la ejecución resulta tediosa y carece de verdadero impacto. En lugar de generar tensión, estas escenas prolongadas de votación ralentizan el ritmo de la serie y repiten una dinámica que ya había sido explorada de manera mucho más efectiva en la primera temporada.
Lo que Squid Game 2 hace bien
No todo es negativo. La producción sigue siendo impresionante, con escenarios visualmente impactantes que mantienen la estética distintiva de la serie. Las escenas de los juegos, aunque menos inspiradas, están coreografiadas con habilidad, y la banda sonora sigue siendo inquietante y efectiva. Además, hay un giro en el penúltimo episodio que logra recuperar algo de la tensión y el drama que definieron a la primera temporada.
Los temas sociales también siguen presentes, aunque de manera menos sutil. La conexión entre riqueza, salud y poder se explora a través de varios personajes, y la serie aborda temas contemporáneos como la influencia de las redes sociales y las consecuencias del colapso de las criptomonedas. Aunque estas ideas no siempre se desarrollan plenamente, aportan un contexto relevante que enriquece la narrativa.
El camino hacia la tercera temporada
El final de esta temporada claramente está diseñado para preparar el terreno para la tercera. Aunque deja varias preguntas sin respuesta, también introduce nuevos elementos que podrían ser prometedores si se manejan con cuidado. Sin embargo, también existe el riesgo de que la serie siga diluyendo su impacto al intentar prolongar una historia que ya dio todo de sí en su primera entrega.
En definitiva como fanático de Squid Game, es difícil no sentir una punzada de decepción con esta segunda temporada. Aunque tiene momentos destacados y plantea ideas interesantes, carece de la chispa y la profundidad emocional que hicieron de la primera temporada un fenómeno cultural. Sin embargo, sigo teniendo esperanzas de que la tercera temporada pueda redimir la serie y ofrecer un cierre digno a esta historia.
Ahora, quiero saber tu opinión. ¿Qué te pareció esta nueva temporada de Squid Game? ¿Estás emocionado por lo que podría traer la tercera? Deja tus comentarios y discutamos juntos este intrigante y retorcido universo.