La maldad toma muchas formas, y Spawn tiene que enfrentarse a la más retorcida, la de una corporación y sus ambiciones.
Desde que Spawn ha devenido a un universo completo es difícil seguir la pista de todos los personajes. La trama principal también se desliza de una forma un tanto tortuosa de serie en serie, pero se puede leer la mayoría de ellas de forma independiente, especialmente Gunslinger y este Spawn Rey que nos ocupa.
Sean Lewis y Todd McFarlane han ido marcando el camino hacía la guerra en el infierno para todos los personajes del Spawnverso, añadiendo antagonistas, desarrollando las posiciones de cada bando, y soltando a los engendros rebeldes en medio de todo este follón. Pero en este tomo nos encontramos justo antes de este evento que transcurre en la serie principal. Editar todas las series en tomos es difícil y la decisión de publicar éste tras poner a la venta el primer tomo que cuenta la guerra puede cuestionarse, pero lo poco que afecta a la misma hace que realmente no sea una mala decisión.
Nos encontramos con nuestros detectives preferidos, si, Sam y Twitch han vuelto, metidos en una investigación que, como suele ser frecuente para ellos, empieza con una situación bastante escabrosa: alguien está matando a personas para robarles su cerebro. Literalmente llevan los sesos de los difuntos en maletas. Y Spawn, en medio de su decisión de ser o no Rey, y persiguiera Jericho y sus servidores hace acto de presencia.
La trama tiene lo justo de investigación para poder tener a Sam y Twitch en este arco, porque al final todo acaba relacionado con Al Simmons. En esta ocasión una corporación encubre sus intenciones diabólicas mediante un entramado científico, que una vez apartado cuál cortina tapando al verdadero mago de Oz descubre una nueva conspiración en la que los ricos abusan de las clases bajas extirpando órganos. Porque en Spawn toda conspiración ficticia que se revela en el mundo real acaba transformándose en una historia.
La recuperación de algunos personajes que parecían abandonados hace mucho, desde el final del arco japonés en la serie madre, incrementa el interés para el futuro, pero el comienzo de la guerra infernal dejará estas líneas para el futuro. Sean Lewis demuestra que tiene un estilo al guion diferente al de McFarlane, primando diálogos y el dibujo en lugar de las enormes cajas de texto que el veterano prefiere para dilatar el relato. Esto hace a Rey Spawn la más dinámica de las colecciones.
En el terreno gráfico encontramos de nuevo al genial Javier Fernández, está vez escudado por Kevin Keane, Thomas Nachlik y Von Randall. Tres nombres desconocidos para el que suscribe estás letras que sin llegar al nivel del español mantienen la serie en su tono y estilo. Si de algo se puede enorgullecer MacFarlane es de encontrar dibujantes de nivel con poca fama y darles la oportunidad de darse a conocer.
Rey Spawn sigue siendo la más interesante de las series del universo infernal. Se lee mejor y tiene una línea propia interesante y menos global, lo que la hace siempre más amena. Además, vuelven Sam y Twitch, que siempre añade un extra a Spawn.