Con el estreno de la película protagonizada por Jared Leto pospuesto, nos queda repasar sus inicios en este tomo editado por Panini, y encontrar los orígenes de Morbius, el vampiro viviente.
La creación de Michael Morbius está unida a muchos factores, algunos tan externos a la historia del mismo como puede ser el Comics Code y su censura, que acabaron conformando un personaje extraño, único en su género, y que demostraba que con un giro adecuado siempre se puede encontrar un aspecto nuevo de un tema antiguo, En este caso los vampiros, y el giro, la ciencia, el resultado, un vampiro que está vivo: Morbius.
Corría el año 1971, y el mundo estaba cambiando, Movimientos contraculturales, política, ciencia y sociedad alcanzaban nuevas fronteras a una velocidad asombrosa, y no le resultaba ajeno al mundo del cómic. Temas nunca usados, aspectos nunca vistos y nuevas formas de expresión llegaban a las viñetas. Entre ellos, en la serie de Spiderman, aparecía uno de los primeros intentos de superar el Comics Code, la autocensura que las editoriales se imponen tras la gran campaña de Wertham que casi destruye el medio, el terror era para adultos, y los monstruos aparecían en revistas, hasta que en el número 100 del trepamuros, Stan Lee y Gil Kane rompían las reglas, una de ellas, traer de vuelta a los cómics a los vampiros.
Septiembre de 1971, en el número 100, la ciencia que creó accidentalmente tantos héroes, convertía a uno de ellos en un monstruo
Peter Parker veía como su mutación le transforma en una araña humana completamente al crecerle los 4 brazos que le faltaban para ser un octópodo como su nombre indicaba. Mientras, un hombre misterioso llegaba en barco al país, un ser que bebía sangre humana. Pero no fue Stan Lee el que terminó esta historia, el escritor dejó la serie en un cliffhanger brutal para que la terminara su sucesor, tanto en guiones como en tareas editoriales. Roy Thomas.
El escritor, seguía contando con Gil Kane, uno de los narradores más dotados del cómic americano, y la aprovechó al máximo. EN la última página de Lee, Spiderman se veía atacado por el Lagarto y por el propio Morbius, la batalla continúo, y acabó con un descubrimiento, el extraño vampiro tenía en su cuerpo la cura para las mutaciones del doctor Connors y su alter ego reptiloide, y podría salvar a Parker. Así, Thomas y Kane contaron el origen del vampiro, dándole una base científica muy cercana a la que tenía Spiderman, de forma que mantenían la lógica de la ciencia sobre el misticismo, y reintroducía al vampiro en los comic books de paso.
Esta saga es una de las más recordadas de Spiderman por su transformación, esos cuatro brazos extra han dado mucho que hablar a autores y lectores, y también nos dejó la primera batalla ganada al Comics Code, el regreso de un mito del terror a primera línea.
Lee y Thomas tuvieron la gran suerte de contar con un Gil Kane en estado de gracia
Con tanta facilidad para la espectacularidad como para crear tensión en diálogos, de construir páginas que se leen de un vistazo y se entienden sin textos. El dibujante diseño a un personaje para la posteridad, Morbius, y de paso, dejó otra muestra de su capacidad sobresaliente para contar cualquier historia, ya sea de Spiderman, o de una turba intentando acabar con un vampiro como hicieran los campesinos con el monstruo de Frankenstein.
El tomo además de la presentación del personaje, se completa con la historia de Michael Morbius con una saga corta y un relato, todas surgidas en las páginas de Spiderman, en distintas épocas, y con distintos autores. La ultima de Paul Jenkins y Paolo Rivera, la más moderna, no es realmente una historia de Morbius, sino un relato de superación en la que Spiderman actúa como protector e inspirador, incluida por la aparición del vampiro y poco más, no destaca aunque no es una lectura desagradable, más por el arte de Rivera que otra cosa.
Todd MacFarlane
Pero es la segunda historia la que destaca, sobre todo por su autor, Todd MacFarlane. Año 1991, el dibujante se encontraba en su mejor momento, y le habían entregado su propia serie del hombre araña, Spider-Man. Y recurrió a los personajes que quería dibujar, puede que no sean grandes historias, pero a nivel gráfico McFarlane siempre impresionaba.
La saga Submundo, duraba dos ejemplares, en los que Morbius había reunido una cohorte de marginados, feos, deformes, apartados de la sociedad, para formar una especie de sociedad o culto para con su persona. Le toca a Peter Parker intervenir, con una moral bastante superficial, acaba perdiendo su superioridad porque el mundo escondido de la ciudad, no es el suyo.
McFarlane extendió parte de lo que probó en esta historia para generar parte del trasfondo de lo que sería la obra de toda su vida, Spawn. EL arte de la saga es mayúsculo, con grandes contrastes y negros marcado, viñetas desgarradas que sangran y dan un aspecto de película de terror de serie B más que de un comic de Spiderman. Siempre con un gran despliegue efectista, Todd McFarlane demuestra que puede encargarse de lo que sea, y también deja claro que a veces, si no tienes muy claro que estas escribiendo, no lo dibujas tan bien, con fallos narrativos y elipsis que entorpecen o simplemente no tienen sentido.
Spiderman vs Morbius es una recopilación ideal para curiosos del personaje que no quieren hacer un gran desembolso, y que prefieren el tono superheroico al de terror de otras obras del personaje. Pero sobre todo es una presentación en dos historias notables del personaje.