Nacido perfecto, convertido en Mesías, muerto y resucitado, salvador del universo, asesino de galaxias, es Adam Warlock. Thanos tendrá el titulo de la serie, pero este libro es del eterno hombre de piel dorada, aquel que los seres más poderosos temen, porque es un Universo encerrado en un cuerpo humano.
La tercera entrega de la nueva epopeya cósmica de Jim Starlin comienza con la nada, la falta de recuerdos, de memoria, de identidad. Adam Warlock despierta sin nociones de nada, no sabe quién es, no sabe de dónde viene, y cada recuerdo es un fantasma. Mientras, el enemigo despierta y se muestra, la última jugarreta del antagonista preferido de Starlin es magistral, y pretende acarrear muerte y destrucción por todo el universo. Mientras, Eternidad yace atrapada, un misterioso personaje surge de entre las sombras, y Thanos sigue muerto, al menos por el momento. Poco a poco las piezas se unen, pero antes de que ocurra, Warlock tiene que descubrir que fue, quien es, y que tiene que hacer, porque el que fue el Mesías de una dimensión, quizás no lo sea en otra.
Jim Starlin continúa tejiendo su tela de araña sobre el Infinito, en este caso hace un impasse en su narración principal para terminar de definir a uno de sus personajes principales. Se aleja de Thanos y su muerte, y se adentra en su nuevo Warlock, el que creaba en el primer tomo de esta saga, y que difería mucho con el que desarrollo en décadas anteriores. Marvel le permitió finalmente retomar a sus creaciones, y a sus recreaciones (Warlock no era creación suya). Y él decidió transformarlo y hacer un nuevo ser, suyo, propio, con todo lo que le había hecho anteriormente, pero sin los retoques de otros autores, su Mesías suicida puro. Y para remarcarlo utiliza este número para reafirmarlo y mostrarlo, para darle al mundo lo que él creó hace tantos años.
Aunque esto pueda hacer creer que el tomo sólo se dedica a Adam, no es cierto. Nuevos secretos se revelan y mascaradas caen, y así sigue la guerra del Infinito. Pero sí que hay que admitir que es el más flojo de todos los tomos hasta el momento, al menos en cuanto a historia. Recrear la vida de Warlock, enseñarle quien es y descubrirle porque su poder es tan temido es un poco repetitivo para los lectores que sigan su saga, ya saben mucho de lo que se cuenta. Y si, es importante dejar las cosas establecidas, pero de forma tan extensa resulta un poco escaso como trama para los más veteranos.
Pero se puede aguantar todo cuando el arte viene de las manos de uno de los artistas británicos más reconocidos, y uno de los favoritos del que suscribe, Alan Davis. EN plena forma, el artista demuestra que no le asusta enfrentarse a un repaso de la historia marvelita, ni las galaxias, eternidades o enfrentamientos de deidades. Mantiene su pulso narrativo, su composición clásica y su fuerza. No es su mejor obra, pero no deja nada en el tintero y demuestra porque es una superestrella.
Resumiendo en pocas palabras, ‘Thanos. La entidad del infinito’ es una parte necesario en la narración de esta historia, pero es menos atractiva para los veteranos, conlleva respuestas y nuevas preguntas, pero en su mayoría sirve de homenaje y final para el viejo Adam Warlock, y principio de este nuevo ser, tan parecido, y tan diferente al extraño Jesucristo galáctico que durante tanto tiempo deambulo por el Marvel cósmico.