Los últimos meses Johnny Depp ha sido noticia a causa de su ruptura con la actriz Amber Heard, el actor ha contado con buenos amigos para superarla entre ellos, Tim Burton
Repasamos uno de los tándem de lujo más excepcionales y talentosos de todos los tiempos: el formado por Johnny Depp, genio estrambótico y esperpéntico de la interpretación, y Tim Burton, alocado narrador de historias.
Es cierto que Burton siempre se ha decantado por fábulas de corte fantástico, cuya historia base bien podría estar dirigida al más pequeño de los espectadores. Pero lo cierto es que el planteamiento oscuro, lúgubre y a menudo siniestro del que dota a sus filmes acaba resultando mucho más atractivo para los espectadores adultos. Estos, como niños, encuentran la oportunidad irrepetible de perderse en mundos sin igual, donde la estética de los personajes y los escenarios resultan ser un derroche de imaginación y gusto por la fantasía más siniestra y melancólica.
No es fácil definir el estilo de Burton, ya que aunque a menudo es gótico el adjetivo que más se repite cuando del estridente maestro de la dirección se trata, lo cierto es que no hay calificativo menos acertado para las obras del cineasta. Innegablemente, todas ellas se nutren de cierto espíritu nefasto, y todas encuentran en la muerte el tema principal (ya se refiera ésta a la ausencia de vida o de inocencia). Pero si se fijan con detenimiento descubrirán que, detrás de esa primera impresión tétrica, se esconde un claro deseo de contar un cuento por todo lo alto.
Porque, ¿acaso no es Burton otra cosa que un niño grande con un profundo afán por evitar la madurez? Y, ¿hay algo que guste más a un niño que una fábula llena de personajes asombrosos y universos inimaginables? Por todo ello, es fácil comprender los motivos por los que el chiflado cineasta consigue hacer sentir al público como un imberbe espectador a través de sus obras. Éstas, de manera casi inexplicable, despiertan la imaginación y la capacidad de dejarse llevar por los hechos más inverosímiles y absurdos que el cine haya reflejado jamás, y lo hace con tal maestría que, a día de hoy, y pese a los intentos, no ha habido nadie que pueda igualarle en estilo y creatividad.
Tal vez por todo ello el cineasta se haga siempre acompañar por Johnny Depp, ya que no hay hasta la fecha un actor con mayor entusiasmo por todos y cada uno de los roles que éste decide llevar a escena: desde sobreexplotados piratas hasta escritores con afición al maíz. De hecho, es tal su capacidad interpretativa que parece que el propio actor desaparezca para dar lugar a los diversos personajes que encarna. Y del mismo modo que su amigo Burton, parece hacerlo por el mero divertimento de llevar a cabo el mayor número de papeles posibles, intentando siempre ofrecer el más difícil todavía en cada actuación. Por todo ello, parece lógico que Depp acceda a cualquier petición que Burton le realice, porque por extraña que ésta suene siempre, supone, sin excepción, la oportunidad única e irrepetible de contar una historia de un personaje como nunca antes nadie lo ha hecho (ni podrá).
DEPP Y BURTON, UNIDOS POR LO ESTRAMBÓTICO
Esta creativa unión lleva ya veintidós años regalándonos un sinfín de obras maestras, entre las que cabe destacar la primera de ellas, aquélla que revolucionó la manera de contar historias: “Eduardo Manostijeras”, un hermoso y trágico cuento de amor, y la más sincera y directa declaración de principios de lo que los amigos Burton-Depp nos ofrecerían en el futuro. En el filme, director y actor hicieron lo imposible: tornar en bello lo monstruoso, convirtiendo la obra en un clásico inmortal desde el momento mismo del estreno. ¿El gran encanto de la cinta?: narrar de una manera casi hipnótica el amor imposible de un personaje sin igual, que si bien comparte la inocencia de Frankenstein, y el deseo de Pinocho por ser tratado como un humano, se ve injustamente rechazado por la sociedad como si de una bestia se tratara, quedando finalmente recluido en su torre cual Quasimodo, cuyo único delito era ser distinto a los demás. Además, y como mera curiosidad, la cinta muestra el inicio del empeño del director en teñir de rubia a cualquier actriz morena que se interponga en su camino. Caso aparte es el placer inconmensurable que debió reportarle situar a su por entonces mujer, Helena Bonham Carter, como una regia pero monstruosa cabezona, un simio, o una cruel cocinera que acaba ardiendo viva en un horno. Pero como ya he dicho, esto es tema aparte, y es en la perfecta pareja formada por Depp y Burton en la que me centro ahora.
BLANCO Y NEGRO, LOS COLORES DE LA NOSTALGIA
En 1994, estos dos chiflados volvían a unirse en “Ed Wood”, obra imprescindible en blanco y negro, en la que la pasión de un atormentado hombre con tendencia al travestismo y la dirección de películas desemboca en la surrealista historia de Ed Wood, un director dispuesto a todo con tal de contar su historia. El sutil toque cómico de la comedia puede llegar a pasar desapercibido si optamos por observar simplemente la locura insuflada en la mirada de Depp, que como pocas veces antes, dota de gran carisma y personalidad a un cineasta despreciado por ser distinto al resto.
La narración, además, se mueve por las sombras y tinieblas de la atolondrada personalidad del protagonista, que vuelve a poner de manifiesto un tema recurrente en el cine de Burton: la incomprensión de quienes se consideran diferentes al resto. No obstante, lo cierto es que ni siquiera el constante tono casi trágico de los hechos acontecidos puede evitar que el espectador sienta unas renovadas ganas e ilusión por llevar a cabo cualquier sueño, por loco, imposible y surrealista que éste sea.
Cuatro años después, en 1999, Depp volvía a ponerse a las órdenes del director de pelo indómito para, en esta ocasión, investigar un extraño caso de cabezas cortadas en “Sleepy Hollow”. El resultado es una cinta llena de emoción, en la que el misterio y lo fantástico se unen a fin de hacer perder la cabeza al espectador. Depp luce con más libertad que nunca en escena, y se deja invadir por el personaje, a quien lejos de interpretar parece haber decidido dar vida. No obstante, el resultado de la obra no parecía estar la altura del actor, ya que, sin demasiadas pretensiones, la película no hacía sino recoger algunos elementos básicos del género para, a continuación, integrarlos en el siempre sorprendente escenario que acaban siendo las obras de Burton.
BURTON Y LA FÁBRICA DE ÉXITOS PARA TODA LA FAMILIA
Seis años después, en 2005, los seguidores del dúo Depp-Burton encontraron un doble motivo por el que festejar la unión de estos inclasificables artistas en la pantalla grande, pues ese mismo año podíamos disfrutar de “Charlie y la fábrica de chocolate” y “La novia cadáver”, que si bien son muy distintas, comparten un mismo reparto. La primera de ellas, extremadamente siniestra y muy inquietante, opta por transmutar un dulce cuento para niños en una casi amarga pesadilla para cualquier infante amante de las golosinas que tenga el atrevimiento de acompañar al misterioso Willy Wonka por su fábrica de chocolate. Las moralejas, tan presentes siempre en el trabajo de Burton, son una constante en la obra, que mediante chistes de cierto humor tétrico intentan demostrar que, a veces, ser diferente puede ser tan bueno como malo, y que lo importante es saber ser cómo quiere ser uno mismo.
Depp, por su parte, se centró en tomar a Michael Jackson como ejemplo a imitar a fin de regalarnos el más excéntrico Willy Wonka jamás conocido. El sinfín de colores, canciones, escenarios de ensueño, y locos cachibaches entrando y saliendo en escena eran toda una invitación a perderse en la más absurda y loca fantasía. Y, evidentemente, todo un cambio de imagen para Burton, que edulcoraba su obra con toneladas de litros de colores tan vibrantes como vivos. ¿Nos encontrábamos ante un Burton sediento de atraer a toda la familia a las salas? Posiblemente sí. Sin embargo, a día de hoy, cuesta imaginar a un Burton apto para todos los públicos. No obstante, la cuestión más inquietante era saber si Burton estaba dispuesto a vender su genio irreverente a cambio de complacer al populacho. Por eso, para apartar toda sombra de sospecha, el director se daba ese mismo año el gustazo de estrenar “La novia cadáver”, una película de animación donde Depp volvía ser el protagonista, esta vez poniendo la voz al endeble pero valiente Victor Van Dort. La cinta servía para que Burton dejara fluir su imaginación por los mundos más oscuros y tenebrosos, marcando así su sello de identidad ante el inmerso arcoíris ofrecido en “Charlie y la fábrica de chocolate”.
BURTON EN EL PAÍS DE LAS DECEPCIONES
No obstante, y tras cintas como la prescindible “El planeta de los simios”, y la soporífera “Big Fish”, la duda de si Burton había abandonado su estilo cuidadosamente impopular pero sutilmente comercial se cernía sobre todos. Tal vez por eso mismo, y sólo dos años después, en 2007, Burton convertía a Depp en “Sweeney Todd, el barbero diabólico de la calle Fleet”. La obra, demasiado oscura incluso para Burton, era toda una declaración de principios: ni todo el chocolate de la fábrica Wonka iba a cambiar su personal estilo trágico. Y como prueba de ello decidió servir a medio mundo un peculiar festín a base de empanadas, todo ello acompañado de una serie de canciones que asustan más que entretienen. La demencial versión de Sweeney Todd servía, además, para reflejar cómo el hecho de mirar a una persona sin intentar conocerla, entenderla e incluso reconocerla, acaba siempre en tragedia. Y es que el rechazo y la discriminación es hasta la fecha la característica más frecuente en los roles que tanto Depp como Burton deciden crear. Y, ¿puede haber unos personajes más marginados que los que habitan en la sangrienta calle Fleet?
Los protagonistas de la obra, un par de desdichados y marginados seres corrompidos por el dolor, hicieron las delicias de los más incondicionales de sus seguidores, pero despertaron cierto rechazo entre otros tantos que encontrábamos un filme sobrecargado de artificios. Claro que poco o nada podíamos sospechar los seguidores de Burton que la mayor de las decepciones estaba aún por llegar: “Alicia en el país de las maravillas”.
Burton nos prometió un mundo lleno de maravillas, y no obstante, un mundo sumido en la decadencia fue lo que tuvimos. Puede parecer lógico pensar que si ni siquiera la versión animada de Disney pudo crear una versión del famoso cuento de Lewis Carroll sin cierto tono oscuro, mucho menos iba a hacerlo el rey de las sombras tenebrosas en escena, Tim Burton. Pero era inevitable esperar que Burton hubiera dejado volar su loco imaginario en esta ocasión, en la que además jugaba con toda la tecnología del momento. Siendo el único límite su creatividad, el estridente genio optó por lo hueco y vacío de lo ya usado anteriormente por otros. Puede que a través de sus siempre oscuras gafas él creyera que el sutil (y siempre innecesario) 3D unido al poder de la historia de Carroll bastasen para sorprender, pero se equivocaba.
La historia, descafeinada, excesivamente pausada e incomprensible en ocasiones, no ofrecía conejo blanco que seguir, ni sensación de emoción y fantasía. Estábamos más bien en lo que parecía ser un prototipo de lo que podría haber sido la mejor película de la historia del celuloide si Burton se hubiera esforzado en ello. Muchas más ganas puso Depp, que, convertido en Sombrerero Loco, transmitió toda la nostalgia y dulce tristeza de su personaje. Claro que hace falta algo más grande que un sombrero para tapar los innumerables agujeros que la película ofrecía.
Burton y Depp volvieron a unir fuerzas, y lo hicieron sin arriesgar demasiado, con una comedia llena de color destinada a toda la familia, construida para demostrar que Burton, si quiere, puede ser apto para todos los públicos. Y sin duda serán estos, los más pequeños, los que más disfrutaron del filme. No obstante sería una patraña decir que cualquier admirador del cineasta no llevaba tiempo iniciando la cuenta atrás para este filme de toque gris (que no oscuro) y con un alto contenido en risas. Porque, al fin y al cabo, si la comedia no resulta ser la obra que todos esperamos, si los chistes no tienen gracia, si resulta que los niños salen de la sala asustados y traumatizados, o si resulta ser un filme excesivamente comercial, siempre quedará el consuelo de que, al menos, Depp nunca decepciona.
Su última película juntos fue ‘Sombras tenebrosas’, adaptación cinematográfica de la serie de televisión de finales de los 60 titulada en Estados Unidos como ‘Dark Shadows’. La película sirve una vez más para lucimiento de Depp al que le encanta interpretar a este tipo de personajes, eclipsando a cualquier otro actor del reparto. Pero sin duda no paso a convertirse en una de las mejores películas del repertorio de su director Tim Burton, aunque siempre deje su sello particular.
‘Sombras tenebrosas’ no obtuvo la respuesta esperada del público y ese mismo año Tim Burton anunciaba que esta seria su última película con la que formaría tándem con su gran amigo. Aunque si algo nos dice la experiencia en el mundo del cine es, ‘Nunca digas nunca jamás’.