Karras retoma la Trilogía del Exorcismo de El Torres y Martínez con la segunda entrega de esta historia de terror y redención, Roman Ritual.
En Roman Ritual, cuando una residencia de ancianos llevada por religiosos se convierte en un matadero la Iglesia decide acudir a su mayor experto en lo sobrenatural: el padre Brennan. Un hombre cansado, a medio camino de la autodestrucción descubrirá que los peores demonios no vienen del infierno y conocerá a una mujer a la que la oscuridad persigue.
La esperada segunda entrega de Roman Ritual, la obra sobre exorcismos de El Torres ha pasado por dos editoriales. Dibbuks publicaba la primera entrega, pero tras su venta no hubo continuación debido a las malas artes de sus nuevos dueños para con los autores (impagos, incumplimientos de contrato o mal uso de derechos). Pero el final de la relación contractual de El Torres con la misma y el regreso de sus derechos ha sido el pistoletazo de salida para continuar con su obra.
La historia
De nuevo El Torres demuestra su inmensa capacidad para el horror y el terror. El horror de un mundo extraño, demoníaco, que se interna en el nuestro buscando corromperlo para reinar. Y el terror de figuras acechándote en la noche, de los ancianos y el fin de la vida, de la soledad y el abandono. Porque lo más aterrador no es un poseído, es una persona abandonada por todos cuyo único objetivo en la vida es morir, porque la sociedad lo ha dejado de lado, dado por inútil, porque nuestros mayores son lastres para esta civilización que vive rápido y quiere aún menos.
El guionista hace gala de su gran capacidad para contar grandes historias que siempre contienen otras más pequeñas, pero muy importantes, llenas de reflexión y humanidad para el lector. Suele tirarse por los suelos el género de terror pero si se hace bien permite hablar de los grandes temas, y El Torres sabe cómo hacerlo.
Es el regreso de nuestro exorcista favorito
No es Constantine, es el padre Brennan. Un cura que no ha dejado de creer. Porque la fe lo mantiene en pie, no duda, sabe q dios existe, porque ha visto demasiadas veces al diablo, lo ha combatido, no siempre vence pero siempre sale un poco peor de cada embate. Sus habilidades son requeridas de nuevo en esta ocasión por un extraño caso en una residencia religiosa de ancianos donde una joven africana parece ser la clave. Al final nada es lo que parece y el origen es más oscuro de lo que esperaba.
La corrupción de la iglesia que aparecía en la primera parte sigue presente, pero esta vez es diferente. Es un mal que está más allá de la ambición y la avaricia, está manchada por los prejuicios y las viejas rencillas de sangre. Se introduce en un mundo muy lejano del conocido por todos, en un continente donde la religión es mucho más que un conjunto de creencias, es una forma de vida que permite todo a sus fieles para defender el credo.
El dibujo
Jaime Martínez se monta de nuevo en el caballo y repite como dibujante. Con un estilo sucio y oscuro demuestra que cada vez más domina las “manchas” de negro para potenciar la presión de las atmosferas. Hay sangre y tripas para los fans de lo duro, tranquilos para los que venían por algo de acción, hay, esta pareja artística sabe que la sangre tiene que correr de vez en cuando para liberar la tensión. Para los lectores que tengan algo de gerontofobia una advertencia: vais a pasar más de un momento malo. Ese poder que surge de los ancianos, vengándose por la ignominia a la que la sociedad los resigna, escondiéndolos y dejándolos de lado en residencias de escasas capacidades, acojona, mucho. Los abandonados son escuchados por el demonio, los que piden ayuda contra los que los han olvidado reciben más dolor pero esta vez también los otros lo sentirán.
Hay una viñeta que resulta brutal, en solo una ilustración el artista consigue una figuración de toda la lucha de la protagonista de todo lo que está pasando dentro de ella. La contrición por un pasado que no puede evitar rememorar, que ella transforma en devoción y fuerza para continuar. Y como todo este dolor sigue escondido, porque no hay perdón si no hay una intención de ser perdonado. Y el diablo se aprovecha de eso para entrar por esa rendija de duda.
Conclusión
Una historia que remueve por dentro sin necesidad de artificios, solo con la palabra y la imagen. Un cómic que no resulta agradable y no tiene humor para rebajar el horror. Otra obra mayúscula para el haber de El Torres, que ya tiene un buen número de ellas, que deja claro que es uno de los grandes en lo suyo y que siempre cuenta con artistas que hacen mejor su texto.
