Ya se está disponible a la venta en iTunes, ‘UNA VIDA EN TRES DÍAS’, película basada en la célebre novela homónima de Joyce Maynard, película dirigida por Jason Reitman y protagonizada por Kate Winslet (“El lector”, “Revolutionary Road”) como Adele junto a Josh Brolin (“No es país para viejos”, “Wall Street 2: El dinero nunca duerme”) como el convicto fugado Frank Chambers. Gattlin Griffith (“El intercambio”, “Green Lantern”) interpreta a Henry Wheeler junto a Clark Gregg (“Los Vengadores”, “Thor”) como Gerald, el padre de Henry. Los jóvenes y prometedores actores Tom Lapinski (“Black Dog Red Dog,” “Suits: La clave del éxito”) y Maika Monroe (“Bling Ring”, “A cualquier precio”) interpretan al joven Frank y a su esposa Mandy. Completando el reparto están J.K. Simmons (“Juno”, “Up in the Air”) como su vecino el señor Jervis, y James Van Der Beek (“Dawson’s Creek”, “Apartamento 23”) como el oficial de policía Treadwell. La película está narrada por Tobey Maguire (“El gran Gatsby”, “Spiderman”), quien interpreta a Henry de adulto.
El historia sigue a Henry Wheeler, un chico de trece años, y su madre Adele que se acerca a una tienda a comprarle ropa a Henry para el próximo curso escolar. La vida no ha sido fácil para Adele, una madre divorciada que últimamente rara vez sale de su casa.
Andando por la tienda, Henry encuentra a un hombre herido llamado Frank, quien solicita la ayuda de Henry y Adele. Es carismático e intimidantemente persuasivo. A regañadientes, Adele acepta llevar al desconocido a casa. Al hacerlo, pone en marcha una serie de acontecimientos en el trascurso de ese largo y trascendental fin de semana que les hará enfrentarse a su pasado y definir su futuro, cambiando sus vidas para siempre.
‘Una vida en tres días’ explora la fuerza formidable de los errores pasados y el abismo de los remordimientos recurrentes. “Es un drama romántico que uno tiene que ir reconstruyendo a medida que lo va viendo. Es una película en la que uno llega a entender a cada personaje pieza a pieza, y no escena a escena”, explica Reitman. “Curiosamente, se trata de una película acerca de las primeras impresiones y lo engañosas que pueden llegar a ser”.
La historia es narrada por Henry como el adulto que recuerda aquel importante verano de 1987. Henry, de trece años de edad, vive solo con su madre, Adele. Esta, recluida en casa y destrozada por los sucesos que condujeron a su divorcio, depende de Henry no solo para los recados básicos, sino para tener compañía. Hay un pasado feliz en un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra. Los vecinos habitualmente se detienen a saludar y generalmente entran directamente y sin llamar por la puerta sin cerrojos. Los residentes pasean por la calle mayor y se reúnen en sus tiendas y cafés en plan padres y madres. Pero Adele no se siente capaz de integrarse en ese amistoso trajín que hay a las puertas de su casa. No es que esté totalmente desconectada de la sociedad, pues está claro que sus amigos y vecinos se preocupan por ella. Más bien está al margen de todo eso, ya no participa activamente en ello.
Puesto que Adele depende tanto de su hijo, Henry se ve obligado a madurar mucho más deprisa que sus compañeros. Y no ayuda el hecho de que su marido Gerald (Clark Gregg) haya rehecho completamente su vida. “Gerald no se siente tan unido a su propio hijo y no parece importarle la vida del chico. Se ha marchado y tiene otra familia nueva. Eso es ciertamente algo que se ve mucho en la vida, gente que se marcha y no se preocupa necesariamente de lo que deja atrás. Pero luego, a medida que la historia se desarrolla, vemos el hombre que fue antaño y la clase de conexión que tenía con Adele, la cual produjo el desamor del propio Gerald cuando ya no pudo resistir más la intensidad de su relación”, dice Clark Gregg.
A medida que el estado mental de Adele continúa deteriorándose, las responsabilidades de Henry como su cuidador aumentan en proporción directa. “Henry es muy protector para con su madre, y siempre está pendiente de cualquier cosa que pueda molestarla, lo cual no cuesta mucho”, dice Griffith.
Al acercarse el comienzo del nuevo curso, Henry convence a Adele para salir de casa e ir de compras, pues la ropa se le ha quedado pequeña. Adele está llena de dudas y de ansiedad, pero sabe que tiene una responsabilidad para con su hijo. Lo que ninguno de ellos es capaz de prever es que ese viaje aparentemente rutinario va a desencadenar una serie de sucesos inesperados y peligrosos que cambiarán para siempre el curso de sus vidas. Estando de compras, Henry se encuentra con Frank (Josh Brolin), un hombre dolorido que pide su ayuda. Naturalmente, Henry se muestra reticente, pues hay algo intimidante en Frank, aparte del hecho de que es un desconocido. Cuando Adele intenta rehusar cortésmente, queda claro que Frank no va a aceptar un no por respuesta. “Naturalmente, ella siente nervios y desconfianza acerca de quién pueda ser ese hombre y cuáles serán sus motivos, pero ciertamente él parece necesitar alguna clase de ayuda”, dice Winslet.
“Por la razón que sea, le lleva a su casa, y creo que solo cuando tiene a ese desconocido en el asiento de atrás de su coche, sentado junto a su hijo, es cuando empieza a pensar: ‘Pero bueno, ¿qué es lo que estoy haciendo, y en qué clase de peligro podemos estar metiéndonos?’”, explica Winslet. De hecho, ese encuentro y esa decisión fortuitos alterarán completamente el curso de sus vidas.
“Cuando conocemos a Adele, está callada, tiene temblores, y su relación con su hijo consiste en que él cuida de ella y no al revés. Tenemos la vívida sensación de que hay algo que falta en su vida, pero no sabemos por qué. Cuando toma la insólita decisión de ayudar a ese tipo con tan mala pinta, nos da la impresión de que hay algo en Adele, una historia, una belleza, una especie de vida que está a punto de emerger. En definitiva, no sabemos si Frank ha sido encarcelado justificadamente, pero ciertamente da miedo. Cuando nos le encontramos a través de Henry, va cojeando, sangrando y sudando. Parece como si estuviera huyendo de algo. Y habrá que ver la película entera para averiguar si podemos fiarnos de él o no”, dice Reitman.
Cuando legan a casa de Adele, Frank confiesa que es un preso que se ha fugado, y que se ha herido al saltar por una ventana de la cárcel. La gravedad de la situación impresiona a Adele… como también lo hace su lento descubrimiento de que puede que el criminal no sea tan terrible como ella creía.
“Adele y Henry se encuentran en una situación en la que tienen a ese desconocido en casa. Entonces, ese preso fugado comienza a contarles su historia, quién es, por qué está allí, y que se ha escapado de la cárcel esa mañana y, cosa rara, en lugar de que el nivel de su miedo aumente, más bien decrece al darse cuenta de que en realidad es un hombre honrado. Es una persona genuina. Conocer y dar refugio a Frank también le ayuda a saber quién es ella en realidad, qué le ha pasado, y al final le explica quién es ella.”, dice Winslet. El pasado de Frank entra en conflicto con su presente al divulgarse por la televisión la noticia de su fuga, y lo de su atraco. Frank reacciona atando a Adele pero, igual que sucede con todo lo suyo, no todo es lo que parece. “Con este tipo, uno en realidad no sabe si de un momento a otro va a cometer un crimen horrendo mientras está con ellos en la casa, o si es alguien auténtico”, explica Josh Brolin.
Frank tiene algo fuerte y dulce, lírico y duro. Cocina para sus “prisioneros” y atentamente le da de comer con la cuchara a Adele, que está atada y cautiva. Prepara el desayuno para Adele y Henry. Hace tareas para adecentar la casa. Se va creando un vínculo entre Adele y Frank y Frank y Henry. Va quedando claro que Frank no se va a marchar, y que sus “cautivos” tampoco lo desean. Pronto se convierte en un apreciado miembro de la familia.
“El hecho de que ese tipo, a quien se considera malo, empiece a tener un impacto tan positivo en [Henry y Adele] es lo que más me gusta de esta historia”, dice Brolin. “Creo que a ella la impresiona mucho lo conmovida que se siente al ver hasta qué punto Frank es capaz de tener un impacto realmente maravilloso sobre la vida de su hijo, y por la forma en la que ve y hace las cosas. Para los dos, simplemente estar así junto a una figura masculina es algo muy importante y especial, algo que ha estado faltando en sus vidas. En cierto modo, Frank y ella son almas gemelas que han estado viviendo en soledad, pero debido a circunstancias muy distintas. Ambos tienen un espíritu crítico, y esa similitud les vincula”. «Henry no tiene que estar velando constantemente por su madre cuando Frank está allí, y Frank realmente le enseña a ser un chaval y lo que se siente al tener a un padre al lado”, dice Griffith. “Cuando Frank llega a la casa, simplemente vuelve a revivir todo eso”.
El simple hecho de hacer una tarta casera se convierte en el punto clave de su relación. Frank explica lenta y meticulosamente a Adele y Henry los pasos que le enseñó su abuela, y eleva la repostería a la categoría de arte. Su atención con los detalles, su nivel de perfección y el cariño con que enseña a Adele conforman un momento decisivo. Hay algo tierno, sensual y palpable en la forma en la que Frank apoya y da ánimos a Adele. Después de dar forma a la tarta, Frank le pincha una serie de agujeritos con la forma de una “A”, en cariñoso homenaje a Adele. “La tarta se convierte en el catalizador, y revela cómo es realmente Frank”, dice Reitman.
Aunque resulte encantadora la idea de esta nueva familia, la realidad es que Frank es un hombre a la fuga. El reciente despertar emocional de Adele complica aún más la situación: por lo general muy estoica y reservada, ahora está desesperada por no perder a Frank. La solución que se le ocurre a la pareja es tan arriesgada como extrema, llena de esperanza pero al final condenada al fracaso. “No creo necesariamente que sus acciones sean muy cuerdas, pero sí que pienso que su corazón está donde tiene que estar. Quieren empezar una nueva vida sin que les persiga el peso de las consecuencias”, observa Brolin.