Reírse siempre es buena idea y más si es con los hermanos Marx
Este viernes 29 de septiembre en TCM toca hacerse una buena maratón con esos genios del humor que eran los hermanos Marx. Eran y son, los genios nunca mueren. Un grupo de hermanos de orígenes muy humildes que se convirtieron en una referencia internacional, aplaudidos y elogiados hasta el día de hoy gracias a sus divertidas y excéntricas películas.
Desde el canal tienen listas seis de ellas en una sesión que dará comienzo a las 14:50 y no parará hasta la noche, el último título programado es a las 22:00. Los filmes elegidos, en orden de emisión, son Una tarde en el circo (At the Circus, 1939), Tienda de locos (The Big Store, 1941), Una noche en Casablanca (A Night in Casablanca, 1946), Una noche en la ópera (A Night at the Opera, 1935) y Un día en las carreras (A Day at the Races, 1937).
De la nada al éxito
“Partiendo de la nada he llegado a la más absoluta miseria”, decía Groucho Marx en Sopa de ganso. Una frase que, en la vida real, no era del todo cierta. Es innegable que su origen era humilde, nacieron en el seno de una familia modesta. Su padre era un sastre que, según Groucho, “exploraba barrios donde no le conocían”, y su madre, una emigrante alemana que soñaba con un futuro artístico para sus hijos. Chico era el mayor. Luego venía Harpo y después, Groucho. Había también otros dos hermanos pequeños, Gummo y Zeppo que, aunque trabajaron con el grupo, no acabaron de triunfar.
Fue en 1929 cuando debutaron en las pantallas con The Cocoanuts (Los cuatro cocos). Desde entonces sus personajes quedaron plenamente definidos. Harpo era mudo, pero podía sacar cualquier objeto, por increíble que fuera, del interior de su gabardina. Chico, con su pequeño sombrero, y su aspecto de inmigrante italiano era un verdadero liante. Mientras que Groucho, con su levita, su bigote, su verborrea y su devoción por las mujeres, convertía cualquier situación normal en un enorme disparate. El puro que llevaba siempre en la boca era un truco de viejo comediante. “Si te olvidas de una línea, todo lo que tienes que hacer es llevarte el cigarro a la boca hasta que te acuerdes del diálogo”, decía.