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Arnold Schwarzenegger no tiene un buen recuerdo de Conan

conan el bárbaroconan el bárbaro

Conan el Bárbaro (1982) es un clásico de los ochenta. Sin embargo, Arnold Schwarzenegger no le tiene tanto cariño como creíamos.

Arnold Schwarzenegger no guarda un buen recuerdo de Conan. El icónico astro, reconocido por una extensa filmografía que abarca desde Terminator y Predator (Depredador) hasta Los gemelos golpean dos veces y Poli de guardería, ha compartido revelaciones inusuales en su reciente obra literaria, titulada Be Useful: Seven Tools for Life. Este compendio no solo abarca su trayectoria en Hollywood, sino también sus primeros días como culturista y su mandato como gobernador de California. Sin embargo, uno de los puntos álgidos del libro recae en su experiencia durante la producción de una gran película ochentera.

En sus propias palabras, Arnold Schwarzenegger relata la rigurosa preparación que involucró la realización de Conan el Bárbaro. «Aprendí a montar caballos, camellos y elefantes», se sinceró el actor. «Aprendí a saltar desde rocas imponentes, a trepar y balancearme desde cuerdas largas, a caer desde alturas. Básicamente, asistí a otra escuela vocacional, esta destinada a futuros héroes de acción». No obstante, la dirección de John Milius llevó esta preparación a extremos desafiantes. El actor describe situaciones extremas, desde reptar entre rocas hasta ser perseguido por perros salvajes que lo arrastraron hacia un arbusto de espinas.

Un rodaje intenso y lleno de peligros

arnold schwarzenegger como conan
Universal Pictures

En un momento notable, Arnold Schwarzenegger recuerda Conan de la siguiente manera. «Llegué a morder un buitre real y fallecido, lo que requería enjuagar mi boca con alcohol tras cada toma. PETA seguramente habría tenido campo abierto con esa escena. En uno de los primeros días de rodaje, sufrí una laceración en mi espalda que demandó cuarenta puntos de sutura».

Esta revelación pone de manifiesto el precio físico y emocional que Arnold Schwarzenegger pagó por personificar al inmortal Conan en la pantalla. Es innegable que la búsqueda de la perfección en la interpretación lo llevó a someterse a un entrenamiento que desafió los límites de la resistencia humana. La meticulosidad de Milius y la exigencia del rol sin duda dejaron una impronta indeleble en la memoria de Schwarzenegger.

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