Stan Lee y Jack Kirby, Jack Kirby y Stan Lee… serán eternos en el orden en el que los pongamos. Sus creaciones incluyeron a un Dios del Trueno al que no dejaron de aportar durante muchos de sus primeros episodios. Panini Comics compra repelente para trolls mientras nos enfrentamos a Ulik.
Mantener el nivel en El Poderoso Thor
Qué complicado puede resultar intentar sostener la atención de un lector, no solo de El Poderoso Thor, o de un televidente episódico, o incluso un cinéfilo ante una saga. Aquello de segundas partes nunca fueron buenas está repleto de excepciones pero el término se gestó con motivo, muchas continuaciones no consiguieron el respeto de sus comunidades de seguidores. Sin embargo aquellos primeros años de la Marvel de los sesenta, su Edad de Plata (otra denominación que existe por razones de peso), fueron una corriente de constantes creaciones que han sido muy relevantes en el futuro y presente de la editorial y sus derivados hacia el Universo Cinematográfico, Cinemático o como lo queráis denominar. Lo primero que cae ante nuestra vista al abrir este volumen de la Biblioteca Marvel es precisamente la aparición de una de esas creaciones que siempre vuelven.
Hablamos del Destructor, presentado en el Annual #2 de The Mighty Thor, cuando estos especiales eran relevantes, se aprovechaban para grandes historias o para destacar momentos que después serían citados una y mil veces. Estaremos de acuerdo que la anterior entrega de esta colección nos trajo a personajes igualmente importantes, como Ego, el planeta viviente, o el Alto Evolucionador, pero aquí vamos a seguir en la cresta de la ola pues a esa armadura brillante y plateada del Destructor le vamos a sumar la primera aparición de cierto troll que durante muchas décadas ha supuesto un dolor de cabeza para Thor. Ulik y sus trituradores metálicos.
El puño americano que golpea mi mentón
Siguiendo un formato de lo más clásico, el de chico rescata a chica, asistimos al regreso de Thor a Midgard (La Tierra), acompañado esta vez de Sif, su interés romántico en ese momento tras lo sucedido con la enfermera Jane Foster. Los trolls orquestan un plan bajo los designios de su rey, Geirrodur, en el que Ulik juega el papel del contendiente físico directo del Dios del Trueno. Por supuesto, Sif no es una damisela en apuros al uso, se trata de una de las mejores guerreras de Asgard que cede protagonismo a Thor sin dejar de repartir lo suyo, faltaría más. Mientras su amado rubio recibe los duros y machacadores golpes del más poderoso de los trolls ella prefiere usar su espada con maestría.
Para completar las aventuras aquí contenidas recibiremos la visita de Kang el Conquistador al mismo tiempo que contemplamos la amenaza que supone el Hombre Creciente, así como el enfrentamiento de Thor con Replicus, una creación artificial vendida al mejor postor y con una intención oculta por parte de su creador. Serán unos mafiosos de poca monta y cierto corazón los que servirán de conejillos de indias en su introducción, en una historia que guarda un componente emotivo que no siempre podemos apreciar en los comics de superhéroes, más concentrados en otras tareas que incluyen derramar la sangre de los villanos por las aceras o viajar a entornos cósmicos donde se celebran guerras entre imperios intergalácticos.
Todo por Hogun el Torvo
A modo de complemento, aquellas crónicas de Thor todavía incluían los conocidos como Relatos de Asgard. A cambio de sacrificar páginas en la aventura principal, se quedaban en dieciséis en lugar de las habituales veintidós, teníamos, de forma serializada, otras narraciones que ampliaban el universo de Odinson. En esta ocasión disfrutamos de una compañía no por habitual menos satisfactoria, los conocidos como Los Tres Guerreros, Hogun, Fandral y Volstagg, con las características que han mantenido desde entonces hasta la actualidad. En esa ocasión la trama se centraría en el pasado de Hogun, descubriendo quién fue el causante de su carácter agrio.
Para completarla tendremos que esperar a la siguiente entrega de esta Biblioteca Marvel Thor, pues por desgracia, o fortuna (nunca se sabe si la duración marcará lo buena o mala que es una historia), nos deja con un continuará. Todo de la mano de Stan Lee y Jack Kirby, que en estos episodios contaba con las tintas de Vince Colletta. A pesar de tratarse de un genio a los lápices, Kirby no ha envejecido nada bien a la hora de afrontar sus comics, como la mayoría de aquellos primeros autores que dieron vida al Universo Marvel. Pero su imaginación está fuera de toda duda, fue grandioso en otros muchos aspectos, más allá de sus expresiones faciales o las poses de Thor a la carrera. La prueba es que sus diseños han seguido llegando hasta nuestros días.