Ni con media hora más ni con la versión original de cinco horas de metraje. Batman v Superman: El amanecer de la Justicia mejora en su versión extendida, pero deja una sola verdad: a la película no le faltaban escenas. Le sobraban.
«La ignorancia no implica inocencia«. No son la trinidad. Y ni siquiera es esa versión de Lex Luthor más cercana al científico loco con tintes de Edward Nygma que se inventaron entre un Zack Snyder desbordado y un Jesse Eisenberg fuera de lugar. Una de las pocas frases que tienen cierta tridimensionalidad en Batman v Superman: El amanecer de la Justicia sale de los labios de un señor de la guerra. Aquel que, ahora sí, con la Ultimate Edition de la película, tiene una participación más importante como observador en el inicio del absurdo plan de Lex Luthor para enfrentar a los dos superhéroes por antonomasia de DC Comics.
Se puede rescatar material con profundidad, especialmente el debate sobre el superhombre que se genera en torno a la figura del Hombre del Mañana.
No me malinterpreten. Dentro de toda esa maraña de superficialidad, slow motion icónico y prepotencia cinematográfica que con tanto mimo desarrolló Snyder durante cerca de tres años de rodaje hay un hueco para lo que debería haber sido la base de la película: los dioses caminan entre los hombres. Pasa desapercibido, como casi todo lo bueno que hay en la película, por el derroche de testosterona de Cavill, el nerviosismo de Eisenberg y los golpes de primitivismo humano de Affleck. Pero está ahí. En uno de los mayores tributos que se le podrían hacer a «El regreso del Caballero Oscuro» de Frank Miller, a excepción de esos caballos a destiempo entre la bruma de la estupidez de Bruce Wayne con su Jeep.
Me quiero quedar con eso. Con el intercambio de opiniones en los medios de comunicación, esos debates intercalados que hacen plantearse a los espectadores qué sucede cuando el superhombre de Friedrich Nietzsche aparece de forma mesiánica para someter a la raza humana a la voluntad de poder. Me autocorrijo: me gustaría quedarme con eso. Porque la versión extendida de Batman v Superman: El amanecer de la Justicia mejora con creces la primera toma de contacto que tuvimos con la película de superhéroes más esperada de la historia. Esa que dividió, primero, a crítica y fans, para después dividir a los fans de Marvel y DC Comics y, por último, dividir a los que se percataron de la tomadura de pelo de los que no querían ver la realidad.
La versión extendida mejora la parte de la investigación de Lois Lane en torno a Lex Luthor y los motivos que empujan a Clark Kent a plantar cara al justiciero de Gotham
De esta nueva versión de ‘Batman v Superman: El amanecer de la Justicia‘, la extendida, destaco dos cosas. La primera de ellas es lo bien desarrollado que está el plan de Lex Luthor. En el cine, la primera vez, no quedó del todo claro por qué las piezas encajaron al final, pero (y a pesar de que me sigue pareciendo un plan completamente absurdo) ahora todo cobraba sentido con una investigación periodística de classic mode. Me sigue planteando dudas cómo Lex consigue descubrir la identidad de ambos superhéroes, aunque lo dejaré estar por no parecer tan tiquismiquis.
El segundo detalle que quiero destacar es la fortaleza del guión (en la extendida) en cuanto a por qué Superman toma las riendas en contra del Hombre Murciélago. En la primera versión no fuimos conscientes de esa investigación paralela que Clark Kent hacía sobre Batman, sino que simplemente nos enseñaron a Superman plantando cara al álter ego de Bruce Wayne. En la Ultimate Edition de ‘Batman v Superman: El amanecer de la Justicia‘ conocemos los motivos que llevan al Hombre del Mañana a amenazar al Murciélago de Gotham.
A la película no le faltan escenas, sino que le sobran algunos detalles: los sueños, el Lex Luthor de Jesse Eisenberg y el «momento Martha»
No obstante, y a pesar de todo esto, hay tres motivos que son insalvables en ‘Batman v Superman: El amanecer de la Justicia‘. Pueden hacer una versión extendida de la versión extendida y llamarla «Superultimate Superedition Megaultratop Zack Snyder Team Absolute Cut’s«. O llamarla «Paco, baja al videoclub a por una de peleas«. Pero hay algo que es más que evidente: a ‘Batman v Superman: El amanecer de la Justicia’ no le faltan cosas. Le sobran. Es así. Podríamos ver las cinco horas originales del metraje que compuso Zack Snyder y que provocó más de un infarto de miocardio o accidentes cerebrovasculares en las oficinas de Warner Bros., pero lo que está claro es que hay tres cosas que, modificándolas, convertirían a ‘Batman v Superman: El amanecer de la Justicia‘ en una de las mejores películas de superhéroes de los últimos años. De largo.
La primera de ellas son los sueños. No hay por donde cogerlos. Comprendo que, durante la escena inicial y con la voz en off de Bruce Wayne como telón de fondo, podamos ver a un Batman desquiciado «volando hacia la luz«. Más cercano a Cioran que a Balzac o a Baudelaire; es decir, del suicidio que de la venganza. Un giro al personaje clásico. Lo acepto. Lo que no puedo entender o compartir son los otros tres sueños que le siguen; o, mejor dicho, dos. Porque el primero es el de Bruce Wayne visitando la tumba de su madre y el cuerpo de Martha Wayne convirtiéndose en un monstruo murciélago.
Muy bien. Me queda claro lo del surrealismo y me parece muy bonito como queda, pero todos conocemos a Batman. Va a ser una película larga. Sobra metraje. Y, por último, el sueño dentro del sueño. Esa especie de admonición versión culto al multiverso de DC Comics y homenaje referencial a «Injustice: Gods Among Us«. ¿Estamos viendo ‘Batman v Superman: El amanecer de la Justicia‘ o estamos viendo una escena postcréditos de tres horas y media de ‘El Hombre de Acero‘ para presentar ‘La Liga de la Justicia‘?
La segunda cosa que cambiaría es Lex Luthor. Siento que todos esos que defiendan la opinión de «no es Lex Luthor, es Lex Luthor Jr.«. Claro. ¿Hablamos ya en serio? La fortaleza de Lex Luthor como personaje tiene dos bases muy sencillas: paciencia e inteligencia. Ambas se unen en un cóctel de precisión asombrosa, convirtiendo al Lex Luthor de los cómics en uno de los personajes más interesantes del Universo DC.
El problema no es el pelazo que se gasta Eisenberg ni la horripilante voz aguda que posee (imaginad a Kingpin en ‘Marvel’s Daredevil‘ de la misma manera; ¿cambia la cosa, verdad?). El problema está en el enfoque principal. Ese «agente nervioso» que buscaron Snyder y compañía (lo explican en los contenidos extra del Blu-Ray) para hacer un científico loco. Poned en vuestra imaginación a Bryan Cranston en cada escena que aparezca Luthor en ‘Batman v Superman: El amanecer de la Justicia‘ y podréis comprenderme.
Y la última cosa es el denominado «momento Martha«. ¿En serio? ¿De verdad el clímax de la película, el momento en el que el hombre se ha impuesto a Dios, el esperado segundo en el que Batman tiene a Superman en el suelo, ese instante eterno con la frase para la historia «nunca has sido un Dios, ni siquiera has sido un hombre» acaba con una absurda coincidencia que lleva ahí más de 75 años?
No puede ser que ese momento tan íntimo que los dos superhéroes comparten con todos nosotros, una de las escenas más importantes para la historia del fandom geek de los cómics termine con «Martha» y «por qué has dicho ese nombre«. Es absurdo. Es completamente inverosímil. Por no hablar del compañerismo automático que ambos tienen una vez superado ese momento. Imaginad, por un instante, que dice «Lois» en lugar de «Martha» (evidentemente, Lex tendría que haber secuestrado a la periodista en lugar de a la madre adoptiva de Kal-El). Y que, por imaginar un poquito más, nos trasladan al momento en el que Flash rompe la barrera espacio-tiempo para avisar a Bruce Wayne de que salve a Lois. ¿No habría cobrado sentido todo? Pues no. «Martha» quedará para siempre.
Toda la vida esperando y tres años de rodaje no cumplieron con las expectativas. ‘Batman v Superman: El amanecer de la Justicia’ tiene momentos brillantes, pero sigue sin funcionar.
Doy la razón a todos aquellos que me han dicho que he sido muy duro con ‘Batman v Superman: El amanecer de la Justicia‘ desde el principio. Y reconozco que no soy completamente objetivo con la película, porque, siendo realistas, que diría Logen Nuevededos, la obra de Zack Snyder tienen momentos de belleza audiovisual sin precedentes (la BSO de Hans Zimmer podría sonar un poquito más para darle profundidad a las imágenes) y hay frases devastadoras («el único legado que me queda es haber tenido una vida más larga que mis padres» o «Superman es el sueño de un granjero de Kansas«). Pero después de esperarla toda una vida y soñarla durante casi tres años desde aquella Comic-Con de 2013… Las expectativas eran demasiado altas para lo que luego fue la realidad.
Utilizaré como despedida una de las pocas frases que me impresionaron del Lex Luthor de Eisenberg: «¿Sabe cuál es la gran mentira de este país, senadora? Que el poder puede ser inocente«. Efectivamente. Demasiado poder para un cineasta sobrevalorado al que la libertad suficiente para romper los sueños de todo amante de los cómics.