Ya en el año 2000 sin ser un lumbreras ni tener estudios de empresariales ni conocimientos de banca algunos podíamos intuir al igual que el protagonista de ‘La gran apuesta’ que el negocio inmobiliario se estaba convirtiendo en una nueva burbuja como la que conocimos con las punto com, lo peor de esta nueva burbuja es que iba a traer graves consecuencias para la gente de la calle, que veríamos estupefactos como los bancos se corrían la gran juerga y los de siempre, los pobres terminaríamos pagando la factura. Y diréis como que en el 2000!! en aquel año algunos podíamos ver como los precios de la vivienda no paraban de subir, año tras año, lo peor de todo es que los salarios no subían en la misma proporción, y para que la cosa todavía resultase más surrealista esas viviendas se vendían, los bancos ya concedían hipotecas a cualquiera, sin tener en cuenta factores de riesgo como los ingresos o los avales, fiel reflejo en España de lo que sucedía en Estados Unidos, lugar donde los tiburones de Wall Street inventan cualquier tipo de producto financiero, productos como las hipotecas variables, que sabiendo que eran productos basura de alto riesgo lo vendían como si del negocio del siglo se tratara, y así fue hasta el punto en que la morosidad se convirtió en un problema muy grave, pero a los bancos les daba igual, sabían que el gobierno de turno les terminaría rescatando para que siguiesen con la gran fiesta.
‘La gran apuesta’ es una película basada en hechos reales sigue a un excéntrico gestor financiero, y amante del heavy-metal, Michael Burry, que en 2005 estudió miles de préstamos individuales agrupados en bonos hipotecarios de calificación elevada y realiza un alarmante descubrimiento: los productos financieros están cargados de préstamos hipotecarios morosos que quedarán con toda certeza impagados en los próximos años. Aunque los banqueros de Wall Street y las agencias gubernamentales de regulación ignoran esta bomba de relojería a punto de estallar, Burry inventa un instrumento financiero denominado “seguro de impago de deuda” a fin de “vender al descubierto” en el mercado inmobiliario en auge, para consternación de los dueños e inversores de su fondo de gestión alternativa, comenzado así una apuesta contra la banca.
Jared Vennett (Ryan Gosling) un avispado banquero de Wall Street se entera de la estrategia de Burry, utiliza una torre de bloques de Jenga que se viene abajo para convencer al irascible gestor de fondos de gestión alternativa Mark Baum (Steve Carell) de que él también debería invertir millones en seguros de impago de deuda. Baum y su discutidor equipo de analistas jóvenes y sarcásticos (Jeremy Strong, Hamish Linklater y Rafe Spall) se muestran inicialmente escépticos y realizan su propia investigación. Al estudiar el mercado inmobiliario de Florida, entrevistan a agentes hipotecarios con mucha labia que consiguen continuamente créditos para compradores que claramente no están cualificados y una bailarina de striptease que ha comprado varias propiedades sin haber pagado entrada alguna por ninguna de ellas.
Mientras tanto, los gestores financieros de veintitantos años Jamie Shiple (Finn Wittrock) y Charle Geller (John Magaro) también se topan con la burbuja inmobiliaria. Con la esperanza de ingresar en la primera división financiera, descubren con pesar que su fondo de 30 millones de dólares se queda corto casi por 1500 millones de dólares de lo exigido para poder sentarse en la mesa de los mayores. Así que reclutan al banquero convertido en agorero ecologista Ben Rickert (Brad Pitt), que utiliza sus contactos para ayudarlos a realizar su propia apuesta contra Wall Street.
Para cuando el mercado acaba desmoronándose al fin en 2008, estos inversores inconformistas habrán ganado miles de millones de dólares, pero su experiencia los habrá cambiado para siempre. Pero, mientras las instituciones financieras cuya temeraria conducta provocó el problema son rescatadas por los contribuyentes estadounidenses, millones de norteamericanos pierden sus hogares, sus trabajos y sus ahorros para la jubilación en una catástrofe económica cuyos efectos aún se siguen sintiendo en la actualidad.
Adam McKay (“El reportero: la leyenda de Ron Burgundy”, “Hermanos por pelotas”) adapta con gran maestría el libro de Michael Lewis, ‘La gran apuesta’, contado sin pudor entre el drama y la comedia (un medio en el que se mueve como pez en el agua) la historia de ‘La gran apuesta’ se cuenta a través de tres historias con el personaje de Jared Vennett (Ryan Gosling) como nexo narrativo, que rompe la cuarta pared en algunos momentos clave del film para detener la acción y explicar al espectador los términos técnicos de los que se hablan apoyándose en los cameos de famosos interpretándose a si mismos como Margot Robbie, estrella de “El lobo de Wall Street” desmitificando los títulos con garantía hipotecaria mientras bebe champán en un baño de burbujas, o el chef y estrella de la televisión Anthony Bourdain comparando las sobras de pescado con activos financieros tóxicos, como anécdota contar que Bourdain fue fichado por Adam McKay tras haber leído las memorias del Chef en las que explicaba sin reparos que nunca teníamos que pedir guiso de marisco en un restaurante porque es donde los cocineros echan toda la porquería que no han conseguido vender.
McKay muestra sin tapujos en ‘La gran apuesta’ todas las miserias de la banca y de las propias instituciones que supuestamente deberían de proteger al contribuyente y las barbaridades que llegaron a hacer, gente sin escrúpulos que veían en el sueño de mucha gente de poder tener una vivienda en la oportunidad de hacer negocio sin importar las consecuencias.
Destacar las interpretaciones de Christian Bale como el excéntrico Michael Burry, la estrella no interactuó con el resto del elenco protagonista, un papel para el que se pasó dos semanas solo en una ofician interpretando su papel y que le ha servido una nominación al Oscar al mejor actor secundario; también destacar el trabajo de Steve Carell, el actor al que no estamos muy acostumbrados a ver en papeles dramáticos lo hace de una manera magistral.
En definitiva una película muy recomendable que sin duda tiene muy merecidas las 5 nominaciones, dos de ellas a mejor película y mejor dirección para Adam McKay.