La Film Symphony Orchestra (FSO) interpretó el viernes 31 de octubre en Zaragoza 17 temas de películas más tres extras con una orientación sin duda comercial
Comprobé, atónito, cómo la gente en masa se levantaba eufórica y aplaudía una interpretación muy pobre (y hasta grotesca) del ‘Robin Hood’ del desaparecido Michael Kamen. Tras verlo y escuchar la pieza interpretada decayó en mí el placer de varias interpretaciones maravillosas previas. Comprobé, nuevamente, la verdadera función de este tipo de conciertos de música de cine en grandes salas de nuestro país.
La Film Symphony Orchestra (FSO) interpretó el viernes 31 de octubre en Zaragoza 17 temas de películas más tres extras con una orientación sin duda comercial y encaminada a conseguir el mayor número de adeptos a sus espectáculos, tratando fragmentos conocidos de la historia del cine. La sensación conjunta de su actuación fue buena mas, sin duda, habría que separarla en seguidores mayoritarios y otros más estudiosos de las partituras para cine. En el primer grupo encontraríamos una interpretación seguramente exquisita de la música en la que la sensación global se acerca mucho a la real. En el segundo, por desgracia, varios temas versionados y tocados dejaron mucho que desear, entre ellos ‘El Señor de los Anillos’, con un inicio confuso, algún fallo de entrada de los vientos y una caja que no cuadraba. También figuran en este apartado ‘Piratas del Caribe. El cofre del hombre muerto’, tema bastante diluido en un revuelto que no transmitía la partitura original, con una caja acertadísima pero pobres percusiones metálicas; la apertura musical de la serie de ‘Juego de tronos’, tan de moda y con floja presencia, y un ‘Robin Hood’ como tema más desestructurado y que, para el conocedor en profundidad de la música de Kamen, sonaba a nada.
La primera mitad del concierto de la ‘Film Symphony Orchestra’ prometía una gran segunda parte. En ella escuchamos las piezas más sobresalientes, grandes interpretaciones de ‘Lawrence de Arabia’ (en la que la percusión media se afianzó tras un inicio demasiado estridente de concierto para ya no salirse del notable), una buena ejecución de ‘Encuentros en la tercera fase’, nada fáciles de llevar a cabo, un excelente y tierno ‘Braveheart’ y la guinda en calidad de todo el show: ‘Batman’, de Elfman, inmejorable.
Hubo detalles interesantísimos, como el trabajo conjunto de las cuerdas, en el que nada sobresalió ni palideció (perfectas), el buen hacer de los vientos, sobre todo trombones y flautas, y un buen apoyo del piano, al que no dejaron ni dieron ni permitieron ninguna aparición estelar, gran error tratándose de música de cine y, más aún, interpretando ‘Forrest Gump’. Por otro lado, algún punto negativo a destacar sería la función complicada de la caja, difícil de empastar en la música de cine, bien lograda en algunas secuencias pero bastante floja en otras. La percusión metálica, concretamente los xilófonos, convirtió los temas sobre el genio John Williams en un sonido estridente por encima del resto cuando el maestro usa muchísimo esta tipología de instrumento con una delicadeza máxima en el conjunto. Y por último, el director, cuya exuberancia a la hora de dirigir convertía en euforia la sensación del público pero transformaba muchos de los pasajes en truenos fuera de lugar cuando, sin duda, una tranquilidad mayor le habría llevado al sobresaliente. El ejemplo más claro ya lo he comentado: ‘Robin Hood’, de Kamen.
En conclusión, un agradable proyecto que hace disfrutar a la gente, en su mayoría, seguidora del cine comercial. Resulta complicado llevarlo a cabo proyectando en escena partituras más minoritarias y de mayor calidad ya que, por desgracia, son muy poco seguidas y conocidas. Animaría a la orquesta a seguir su andadura y poco a poco, con el público permitiéndolo, no solo acercar las bandas sonoras desde una sala de conciertos sino adentrarse más de lleno, sin prisa, en la auténtica música de cine.