El Artista de Cristal: una película de animación que explora la magia y la complejidad humana
Cuando piensas en que países famosos por su animación, seguramente Estados Unidos o Japón te vengan a la mente, pero Pakistán no es uno de ellos, aunque es posible que El Artista de Cristal cambie todo eso.
El punto fuerte de El artista de cristal es la historia, que tenido en cuenta que es una animación es bastante compleja y humana. Un joven artista se encuentra atrapado entre la guerra y los ideales de su padre, todo mientras explora su pasión y busca el amor. En un solo personaje ya hay varias tramas y además cada otro personaje tiene su propio pequeño arco interno que acentúa la temática de la película sobre la guerra.
Aunque parezca complicado, le da una dimensión de realismo a la película y a los personajes, pero aun así mantienen un cierto nivel de magia. La historia supuestamente está basada enteramente en la Primera o Segunda Guerra Mundial, pero la tecnología y los vehículos parecen casi futuristas, así que solo eso ya te transporta a otro mundo.
Además de esto, el estilo artístico suma a la magia. La manera que la luz brilla a través de los cristales y los colores brillantes y cálidos hacen que todo de una sensación de sueño mágico.
Aunque lo intentan forzar un poco de más, hay una pequeña subtrama sobre una criatura mágica que en realidad no aporta nada a la historia. Está ahí solo para aportar a la estética que intenta robar del studio Ghibli.
Es una pena que le meta tanto empeño a copiar el estilo de Ghibli, no solo hace que El artista de cristal pierda toda la personalidad propia que podría haber tenido si hubieran ido con un estilo más original, pero además hace que cada pequeña diferencia de estilo sé más prevalente y cada momento en el que la animación no está a la altura de una de las superpotencias del mundo de la animación de imposible de ignorar.
Que es cierto que la animación no es prácticamente perfecta, muchos de los movimientos son rígidos e incómodos, nada sensación de tener peso o presencia física en el mundo que lo rodea, pero no es nada que arruine la película aunque sí que les salió el tiro por la culata al intentar copiar otro estilo si tener sus propias técnicas perfeccionadas.
Además, teniendo en cuenta que El artista de cristal tiene una historia tan terrenal, no necesitaba ser animada para poder ser contada, aunque habría sido algo aburrida si no lo fuera. De hecho el final es muy insatisfactorio, ya que vuelve a forzar esa pequeña trama que o aporta nada a la historia.
Aun así, aparte del final, la historia es un viaje magnífico, lleno de personajes complejos y atmósfera mágica. Si solo se hubieran esforzado en crear una identidad propia en vez de copiar la de otros.
