Uno de los títulos Marvel más arriesgados de los 80 vuelve a las estanterías de las librerías, el Escuadrón Supremo. Antes de que los héroes de Alan Moore, Frank Miller, Warren Ellis o Grant Morrison cambiaran el mundo, Mark Gruenwald desafiaba las reglas de los superhéroes, y nada sería igual.
Corría el año 1985 y el mundo del cómic estaba cambiando. Poco faltaba para la gran revolución que los autores ingleses producirían en el mercado americano. Los superhéroes tenían que ver más allá de las peleas, de la limpieza. Habían tenido sus encuentros con la madurez, pero tenían que crecer, y no solo ‘Watchmen‘ o ‘El Regreso del Caballero Oscuro’ serían los responsables de esta transformación. Y Mark Gruenwald llevaba tiempo trabajando en la idea.
ALGO MÁS QUE UNA HISTORIA DE VILLANOS Y HÉROES
Aprovechando unos personajes creados como imitación del principal grupo de la competencia, y que habían resultado ser villanos y después héroes, todo gracias a los mundos paralelos y las tierras paralelas Marvel. Un cómic sobre superhombres, sobre política, moral, la tristeza, la depresión, sobre la enfermedad y la muerte, algo para lo que ningún lector de la Casa de las Ideas estaba preparado.
El mundo del Escuadrón acababa de pasar por una crisis, un villano domino a los superhéroes y conquisto el mundo. Pero ahora, liberados de su control, tienen por delante un mundo destruido, por su mano. Arreglar lo roto es el primer paso, después, toca hacer que sea mejor, que sea perfecto, y para eso los superhéroes usaran todos sus medios. Pero ¿acaso una dictadura benevolente no es otro tipo de totalitarismo? Con esa premisa Gruenwald construye una historia compleja, diferente, en la que los héroes son adalides d ella verdad y lo correcto, pero se olvidan de la libertad.
ALGO NUNCA VISTO EN MARVEL
Pocas veces se podía ver en Marvel un planteamiento político, triste, y sobre todo, tan realista, Sus héroes brillaban y eran ejemplos, nadie pensaba que pudieran ser malos ejemplos, o que sus ideales pudieran resultar mas perjudiciales que cualquier mal que un villano pudiera atreverse a cometer. No, es un cómic moral, en el que lo importante no es la acción, aunque la haya, si no los personajes y sus historias, sus desarrollos, como los buenos se vuelven malos, los malos buenos, pero las ideas, al convertirse en dogmas, acaban por atrapar el mundo, y convertirlo una jaula dorada.
Dos dibujantes acompañaron a Gruenwald en esta aventura, Bob Hall y Paul Ryan, dos clásicos del cómic americano. Con un dibujo marvelita puro, brillante, claro, con una narración directa y continua, marcan el ritmo de la serie, un trabajo de los de enmarcar. Si bien el color era el anterior a las nuevas técnicas digitales, y el arte siempre es hijo de su tiempo, no ha perdido su fuerza. Quizá la narración actual sea mas dinámica, menos espesa, pero nadie puede dudar, que el Escuadrón Supremo es fácil de leer, y que es mucho mas profundo de lo que parece a simple vista.
UNA «EDICIÓN LIMITADA» QUE HAY QUE TENER
Dentro del tomo podemos encontrar la serie original completa, y la Novela Grafica que cerro el ciclo años después, para disfrute de sus aficionados. No es uno de los mas extensos tomos de Marvel Limited Edition, pero es de los mas completos. Una obra que siempre ha estado a la sombra de la gran revolución que llegó de manos de Alan Moore y Frank Milller en la distinguida competencia, pero que no tiene nada que envidiarles. Adulta, compleja, adictiva, es un cómic de los que cambian el mercado, y lo hizo, una leyenda en el panorama del noveno arte americano por derecho propio.