La película Nosferatu ya está en cines y vamos a repasar ese gran final que tiene la película dirigida por Robert Eggers.
El final de Nosferatu (2024) reimagina la historia clásica del cine expresionista de 1922 de F.W. Murnau, manteniendo sus elementos esenciales pero añadiendo una profundidad emocional y psicológica más acorde con las sensibilidades modernas. A continuación, exploraremos el desenlace de esta versión más reciente y cómo se compara con su predecesora.
Atención SPOILERS. La película de Robert Eggers culmina en un clímax profundamente trágico y poético, centrado en el sacrificio de Ellen Hutter (interpretada por Lily-Rose Depp). A lo largo de la película, Ellen establece una conexión psíquica con el conde Orlok (Bill Skarsgård), un vínculo que se desarrolla desde su juventud y que actúa como el motor principal de la trama. Este lazo psíquico no solo representa la fascinación del conde por Ellen, sino también su obsesiva necesidad de poseerla.
Un final muy impactante.
En el acto final, Ellen comprende que el conde solo puede ser derrotado si lo atrae a su habitación al amanecer, reteniéndolo allí hasta que el sol lo destruya. Este sacrificio implica no solo su vida, sino también la entrega de su esencia misma al monstruo que ha sido su obsesor durante años. A medida que Orlok la drena de sangre, Ellen lo manipula emocionalmente para que permanezca junto a ella, incluso cuando la luz del sol comienza a filtrarse en la habitación.
La escena final es visualmente impactante: mientras los rayos del sol destruyen al conde, Ellen muere también, dejando a su esposo, Thomas Hutter (Nicholas Hoult), devastado. Este desenlace simboliza el triunfo del sacrificio y el amor puro sobre el mal, pero también destaca la inexorabilidad de la tragedia. La ciudad, plagada por la muerte y la plaga traída por Orlok, comienza a recuperarse lentamente, dejando abierta la posibilidad de un nuevo comienzo, aunque marcado por las cicatrices del horror.
Comparaciones con el final de la película original de 1922.
En la versión original de Nosferatu, el desenlace también gira en torno al sacrificio de Ellen (llamada Ellen en esta versión y Nina en otras adaptaciones). Al igual que en la versión de Eggers, Ellen utiliza su pureza y valentía para distraer al vampiro hasta que el amanecer lo destruye. Sin embargo, el contexto y la ejecución de este sacrificio difieren significativamente entre ambas versiones.
En la versión de Murnau, Ellen es retratada como una figura pasiva que se somete al sacrificio con un aire casi beatífico. Su papel en la narrativa está más alineado con los estereotipos de la época, donde la pureza femenina era vista como una fuerza capaz de redimir el mal. Su acto final, aunque heroico, está más enfocado en cumplir un destino predefinido.
Por el contrario, la Ellen del Nosferatu de 2024 es una figura mucho más compleja y activa. Robert Eggers da mayor peso a su perspectiva, presentándola como una mujer que, aunque incomprendida por su entorno, posee una gran fortaleza psicológica y emocional. Su sacrificio no es simplemente un acto de abnegación, sino una decisión consciente para proteger a los que ama y poner fin al ciclo de destrucción que Orlok representa. Este cambio en la dinámica del personaje subraya una evolución en la narrativa: mientras que en 1922 Ellen es un símbolo, en 2024 es una protagonista activa con agencia propia.
El conde Orlok.
El Orlok de 1922, interpretado por Max Schreck, es una figura grotesca y monstruosa, un arquetipo del mal puro. Sus motivaciones no están profundamente exploradas, lo que refuerza su papel como un depredador implacable y aterrador.
En cambio, el Orlok de Nosferatu de 2024 es más complejo. Bill Skarsgård interpreta al conde como un ser atormentado, atrapado entre su naturaleza depredadora y su obsesiva fascinación por Ellen. Esta versión enfatiza su humanidad degradada, presentándolo no solo como un monstruo, sino como una figura trágica, incapaz de escapar de sus deseos destructivos. Esta dualidad lo hace más aterrador y, al mismo tiempo, más trágico.
Estilo visual y temático.
La película Nosferatu de Murnau es un producto del expresionismo alemán, con un estilo visual marcado por sombras intensas, composiciones inquietantes y una atmósfera surrealista. Estas elecciones estilísticas sirven para enfatizar el terror y la alienación del relato.
Por su parte, Eggers mantiene la estética gótica pero la combina con un enfoque visual que resalta el realismo histórico y la profundidad psicológica. Filmada en locaciones auténticas de Transilvania, la película utiliza un diseño de producción elaborado y una cinematografía detallada para sumergir al espectador en su mundo. Además, Eggers incorpora elementos de folklore vampírico tradicional, como la plaga y los sacrificios rituales, para enriquecer la narrativa y diferenciarla de otras adaptaciones de Drácula.
El final de Nosferatu (2024) recontextualiza la narrativa clásica con un enfoque más emocional y moderno, destacando la agencia y el sacrificio de Ellen como ejes centrales de la historia. Mientras que la versión de 1922 es un clásico que marcó el inicio del cine de terror moderno, la adaptación de Eggers la enriquece con matices psicológicos, visuales y temáticos que la hacen relevante para las audiencias contemporáneas. Ambas versiones, aunque diferentes, comparten un hilo conductor: la lucha entre el amor y el mal, y el poder del sacrificio para derrotar incluso a los monstruos más aterradores.
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