El cuarto tomo que reúne las aventuras de la colección de Conan el bárbaro en Marvel alcanza y sobrepasa en estas páginas el centenar de entregas, con el desenlace de la Saga de Belit, la reina-corsaria de la Costa Negra. Panini Comics continúa la impecable edición de estos grandes tomos que agrupan pormenorizadamente toda la era clásica del personaje.
No es tan importante verlo como impactante representarlo.
Mucha iconografía que permanece en nuestras mentes acerca de la muerte nos deja improntas que definen el momento más allá del sufrimiento experimentado por el propio acto de morir. Todos tenemos clara la imagen de Jesucristo en la cruz, de ese Darth Vader desenmascarado que respira dificultosamente en sus últimos instantes o la de un familiar que yace en su ataúd durante el velatorio previo a su sepultura. Son flashes que vienen con facilidad y nos demuestran la capacidad que la muerte tiene para dejarnos huella, por la vía natural o desde la ficción.
Belit tuvo una vida plena, repleta de aventuras y marcada por hitos que logró superar, incluido recuperar el trono que le correspondía por derecho, aunque una vez logrado perdiese todo interés en ocuparlo. No vimos morir a Belit, Conan no estaba con ella en ese momento, tal y como lo narra el propio Robert Erwin Howard antes de la adaptación de Roy Thomas para el mundo del comic. Pero la imagen que nos ofrece John Buscema es al mismo tiempo terrorífica y efectiva porque vemos el rostro de dolor de Conan mientras Belit cuelga de un mástil, ahorcada por el collar de piedras carmesíes que pocas páginas antes ha recogido del gran tesoro que han hallado.
Incluso velarla envuelta en la capa escarlata de Conan y su final al más propio estilo vikingo, con el Princesa envuelto en llamas. Años después bajo el sello Dark Horse tuvimos una nueva adaptación de la muerte de La Reina de la Costa Negra de manos de Brian Wood y Ricardo Burchiello. No tiene nada que ver, no causa ni la misma sensación ni el mismo efecto. Estas comparaciones a veces sirven para darnos cuenta del tremendo trabajo de algunos autores y Roy Thomas y John Buscema tienen ganado el Olimpo de los autores por obras como su Conan el Bárbaro. Y aunque sean odiosas estamos hablando de comics separados por más de tres décadas.
La valor del amor y no banalizar sobre él
Puede parecer que en apariencia Conan el bárbaro era un mujeriego que dejaba una novia en cada puerto en los que hacía escala en la Edad Hyboria pero que se entregase a los placeres de la carne no quiere decir que entregase su corazón con facilidad a cualquier mujer que pasase por sus sábanas. Apenas conocemos tres amores significativos del cimmerio, empezando por Belit, siguiendo por Valeria y poniendo punto final en Zenobia, la que tomaría como esposa ya convertido en rey de Aquilonia. Algunos incluirán en esa lista a Red Sonja pero siempre la he visto jugar en una liga distinta, más próxima a un camarada de armas que a un interés romántico duradero.
En este tomo vamos a tener presentes a dos de ellas, el final de Belit y la continuación de la aclamada saga de La Hora del Dragón mediante los dos Conan the Barbarian Annuals #4 y #5, donde Thomas retoma la historia donde queda al final de la adaptación de la única novela de larga extensión de Robert E. Howard, con la promesa de volver en busca de la mujer que en Nemedia le ayudó a escapar de las mazmorras del Rey Tarascus. Conan prometió volver a por ella y convertirla en su reina, ha llegado el momento de cumplir su palabra, no sin hallar dificultades.
Un tomo que no puede faltar en tu estantería
El tomo de Conan el bárbaro se completa con multitud de extras en forma de dibujos originales para las páginas más brillantes del tomo a cargo de John Buscema y textos del propio Roy Thomas con divagaciones, notas y apéndices del que mayores aportaciones ha realizado para que Conan cobrase tanta importancia en el mundo del comic. También se añade el What If? #13 USA que ya ha sido recuperado en multitud de ocasiones recientemente tanto en formato grapa dentro de la línea facsímil como en un tomo que engloba todas las apariciones del personaje hyborio durante los dos primeros volúmenes de dicha colección.
Además de los prácticamente omnipresentes Thomas y Buscema también tenemos breves aportaciones de Tony DeZuñiga, Ernie Chan o el pequeño de los Buscema, Sal. Pero el peso principal de esta etapa imprescindible del cimmerio queda bajo los hombros de los dos autores que mayor brillo y gloria concedieron a un Conan que, a pesar de su sufrimiento ante una pérdida tan importante que no olvidará jamás, no va a dejar que nada le haga bajar los brazos y rendirse ante sus enemigos. Caminará para ver otro día, aunque tenga que hacerlo por un río teñido de sangre.
