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Críticas de cine

Primeras impresiones de El gato con Botas. La cosa promete.

el gato con botas

Desde Paramount nos hacen llegar la primeras críticas de medios como Hollywood Reporter o Screen International del spin off de Shrek  El Gato con Botas

Parece que Dreamworks en esta ocasión nos volverá a deleitar con una película divertida y entretenida que supera con creces las anteriores entregas del ogro, en El gato con botas, destaca sobre todo la interpretación de Antonio Banderas, así que habrá que verla si o si en versión original

El Gato con Botas: Crítica de la película de Hollywood Reporter

El pícaro felino de Antonio Banderas es el protagonista de este spinoff de Shrek. Cuando menos un alivio comparada con el último par de entregas de la serie de donde procede, El Gato con Botas es una película perfectamente divertida y sin pretensiones donde resulta que se muestra el mejor trabajo de animación en 3D hasta la fecha en una película de animación para el gran público. Colorista y bastante ingeniosa, libre de chistes empalagosos para enterados del mundo del espectáculo, repleta de acción sin que resulte ridícula e incluso bien coreografiada, esta última entrega de DreamWorks Animation muestra al gallardo protagonista del gatito interpretado por Antonio Banderas de una forma entretenida, que apunta a que tendrá unos buenos resultados en taquilla, quizá incluso buenísimos, en todos los mercados, pero sobre todo en el mercado de los países de habla hispana.

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En un año en el que se han producido los más importantes logros en 3D creados por dos veteranos realizadores alemanes, el de Wim Wenders con “Pina” y el de Werner Herzog con “Cave of Forgotten Dreams”, “El Gato con Botas” es más o menos igual de buena, pues los animadores de Hollywood han llegado muy lejos en lo que se refiere a visualizar una película desde un punto de vista tridimensional.

Las diversas persecuciones, peleas a espada, interludios de baile, ascensos a las nubes, peligrosas travesías de bosques y selvas e incluso en escenas de diálogo más convencionales, se hace patente que los realizadores se han aplicado diligentemente a elaborar los planos desde perspectivas dinámicas y dramáticas, que hacen del uso del 3D una herramienta constructiva y no un simple truco. En consecuencia, esta es una de esas películas para las que se puede recomendar entusiásticamente pagar un poco más para verla con una dimensión extra.

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Oscilando entre pasablemente entretenida y cautivadora, “El Gato con Botas” está ambientada en un mundo que parece distar al menos unas cuantas cordilleras del reino imaginario donde habitaba Shrek, un lugar que parece una mezcla entre una región mediterránea española y una versión de México a cargo de Sergio Leone. Al principio, Gato es un fugitivo, una pequeña criatura anaranjada y con unos ojos verdes, un sombrero con plumas y unas grandes botas, que anda detrás de una habichuelas mágicas en poder de los infames forajidos Jack y Jill, que son tan grandes y feos que harían que Shrek pareciera un ídolo de matiné (lo que al fin y al cabo es).

Tras refugiarse en una muy bien concebida cantina para gatos, el siempre atrevido Gato se enzarza en un combativo ‘pas de deux’ con un ágil felino encapuchado que resulta ser una señorita, de nombre Kitty Softpaws (Salma Hayek), una resuelta luchadora llena de recursos cuyo trágico defecto es que le han quitado las garras. Viendo sus sensuales movimientos de baile y sus obvias afinidades, está claro que estos dos están hechos el uno para el otro, pero primero hay trabajo por hacer.

Viviendo también en San Ricardo está el claramente nada felino Humpty Dumpty. Dibujado de forma bonita y sencilla con una atractiva carita de querubín, y con la voz de Zach Galifianakis dándole un enorme encanto a pesar de sus nefastas intenciones, Humpty se beneficia de los imaginativas piruetas realizadas por el guionista Tom Wheeler con un personaje cuya vida se reduce solamente a un cuento de cuatro líneas. Tal y como se muestra en un flashback de 10 minutos, Humpty y Gato fueron antaño compañeros de fatigas en el orfanato local, y muy buenos amigos hasta que el huevo de la boina traicionó a su peludo amigo engañándole con un falso plan para atracar un banco.

Desde entonces, Humpty se convirtió en un huevo malo, incluso perverso, a los ojos de Gato. Pero la oportunidad de quitarle las mágicas habichuelas a unos indeseables como Jack y Jill resulta ser un señuelo irresistible para arreglar las cosas, lo que provoca un viaje inesperado a unos cielos amplificados por el 3D en donde están la Oca de Oro y sus frecuentes y doradas puestas para que ellos se las lleven. Entonces se produce una lucha entre el irrefrenable instinto traicionero de Humpty y la necesidad de redención de Gato, que se lleva a cabo con el trasfondo cómico y surrealista de una oca blanca del tamaño de King Kong reduciendo a escombros una aldea en su desesperada búsqueda de su afelpada cría.

El director Chris Miller, de una forma notablemente mejor que como lo hizo en “Shrek Tercero”, lo consigue en 90 minutos justos, y emplea suficiente tiempo en escaramuzas entre Gato y Kitty para producir el equivalente de unas chispas en una película para menores acompañados. Eso se debe en parte a la atractiva elaboración de los propios personajes (Gato es un espadachín que se ríe de sí mismo, a veces torpe, pero sumamente gallardo, mientras que Kitty es burlona, esbelta y con muchos recursos), pero también gracias a su vigorosa carnalidad y a las apasionadas y expertas interpretaciones vocales de Banderas y Hayek.

Billy Bob Thornton y Amy Sedaris están muy graciosos en el papel de los iracundos Jack y Jill, cuyos planes de establecerse y tener un niño sugieren siniestras perspectivas si hubiera una secuela. Los bailes, supervisados por Laura Gorenstein Miller, de la compañía Helios Dance Theater, tienen tanta pasión que le hacen a uno reflexionar sobre la dificultad de coreografiar personajes de dibujos animados, mientras que la banda sonora de Henry Jackman es vigorosa y llena de agradables matices.

SCREEN INTERNATIONAL:

fotograma de el gato con botasUna acertada interpretación vocal de Antonio Banderas da solidez a la bulliciosa película familiar animada y de aventuras “El Gato con Botas”, una vitalista película divertida y sin pretensiones basada en sus personajes, que afortunadamente prescinde de algunas de las referencias más frenéticas y de los chistes privados de la saga de Shrek, donde se presentó su protagonista.

Tanto en su tono optimista como en su felino protagonista, DreamWorks Animation parece haber encontrado una nueva saga animada de éxito que pueda tomar el relevo al personaje de Shrek, alguien cuya historia fácil de traducir le convierte en candidato seguro a conseguir ingresos millonarios en las taquillas de todo el mundo.

La película presenta al atildado Gato (Banderas), un peludo gato atigrado que camina muy estirado y es bueno con la espada, como un fuera de la ley accidental, un huérfano engañado sin que lo supiera por su mejor amigo y hermano de adopción, Humpty Dumpty (Zach Galifianakis), quien le induce a robar el banco de San Ricardo, el pueblo donde se criaron.

Viviendo ahora como un fugitivo, a Gato le dan el soplo de la presencia de Jack y Jill (Billy Bob Thornton y Amy Sedaris), un par de zafios ladrones que poseen unas habichuelas mágicas. Sintiendo que es un resultado comprensible, ya que su propia capacidad es insatisfactoria, Gato ve frustrado su plan por Kitty Softpaws (Salma Hayek). Cuando le sigue la pista, Gato descubre que Kitty está confabulada con Humpty, quien manifiesta un sincero arrepentimiento y propone unir sus fuerzas y buscar juntos las judías, para limpiar de una vez por todas su reputación en San Ricardo.

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La historia es una mezcla un poco rara de géneros debido a la naturaleza de la película, derivada de otra anterior. Mientras que se empela un considerable esfuerzo para establecer el pasado común de Gato y Humpty (un hecho que los guionistas intentan abarcar presentándolo como una historia que se cuenta dentro de la historia), la incorporación de diversos elementos de cuentos de hadas resulta a veces caprichosa y fallida. Aparte del hecho de que sus protagonistas son un gato y un huevo enfrentándose a una pareja de humanos, “El Gato con Botas” se desenvuelve mucho mejor como una obra de aventuras de héroes de capa y espada, al estilo de “Las aventuras del Zorro” o “Los tres mosqueteros”.

Visualmente, la película es atractiva. No se le ha dado el mismo nivel de importancia a los detalles de fondo que en muchas de las películas de Pixar, pero los personajes están ricamente dibujados y detallados, desde los bordes raídos del cuello de Humpty que contrastan con la textura de porcelana de su cara, que casi da miedo, hasta el tacto afelpado del pelaje de Gato.

Estilísticamente, “El Gato con Botas” asume en parte la sensibilidad frenética de Tex Avery (un personaje que deja una silueta suya de sombra al atravesar de golpe una barrera, por ejemplo), y diversas escenas de persecución (desde la persecución de Gato a Kitty hasta una trepidante persecución a la diligencia de Jack y Jill por un cañón) son ejemplos superlativos de acción en animación, y su fuerza se ve aumentada aún más por la presentación estereoscópica en 3D de la película.

El director Chris Miller (“Shrek Tercero”) y su equipo utilizan la técnica de la pantalla partida para darle a la película una cualidad auto-consciente, y también se detienen a veces un poco en los personajes, aumentando la teatralidad y los diversos momentos “heroicos” de una forma que resulta más bien irreverente, en vez de servir de auto-elogio.

Como algo un poco novedoso, no hay muchos cameos ni momentos de alivio cómico integrados en el proceso a través de personajes secundarios, es una historia racionalizada y construida alrededor de Gato, Humpty y Kitty, con Jack y Jill relegados a papeles más funcionales. Si hay algún fallo, es que el tamaño de los personajes en comparación con su entorno a veces parece falso o amañado y, una vez más, se insertan en la narrativa un par de elementos de cuento de hadas en lugar de explorar algún terreno cómico más fértil, como, por ejemplo, las aparición involuntaria en Gato de sus instintos felinos.

La briosa interpretación vocal de Banderas, llena de guiños, bromea con el personaje que ha elegido ser sobre todo para el público norteamericano: el de un “otro” exótico y con un acento cómico, un zalamero amante y bailarín. Su interacción con Hayek, frecuentemente compañera suya en la pantalla, es un gusto. Galifianakis, mientras tanto, está un poco contenido como Humpty, interpretando las emociones y el orgullo herido de su personaje más honestamente de lo que uno podría imaginar.

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