Llega a su final la publicación de esta serie, en gran formato, llevada a cabo por Mattson Tomlin y Lee Bermejo. Panini comics observa el pasado para encontrar las respuestas a una saga que no ha terminado de cuajar del todo.
A Vicious Circle. Ni los buenos son tan buenos…
El círculo vicioso (A vicious circle), que une a los protagonistas de esta obra, les lleva a vivir parte de la vida del otro, sus anhelos, sus amores, sus pasiones y sus dolores. Aun así las diferencias entre ambos hacen completamente incompatible que consigan la felicidad al mismo tiempo pues se encuentran en muy diferentes momentos en el tiempo.
Mientras Ferris hallaría sus respuestas en el pasado de su presente en el futuro (lo sé, es un ejercicio complejo de comprender si no has leído la obra), Shawn Tucker lo haría en el pasado de su futuro en una época que no llegó a vivir siquiera. El viaje en el tiempo que están llevando a cabo ya se prolonga bastantes años de sus propias realidades, tiempo suficiente para haber forjado un lazo complejo entre ellos, de odio, pero también de comprensión mutua e irreconciliable al mismo tiempo.
Ciñéndonos a la narración de su historia podemos empatizar con ambos, con sus virtudes y sus defectos. Pero aun así nos encontramos con dos personajes con un lado oscuro profundo, con una parte egoísta que supera la capacidad de resolver el problema en común. Un clásico “quítate tú para ponerme yo” que, a pesar de los pros y los contras de cada situación, nunca podrá llegar a un término medio que ambos acepten, uno por lo que perdió antes de que todo empezara el otro por no ceder ante la vida que encontró encerrado en el circulo vicioso, que llevaba al otro a ser prisionero para evitar alteraciones.
…Ni los malos son tan malos
Porque la aventura nos ha presentado a Ferris como el villano, hasta este volumen, el asesino implacable que salta por el tiempo cada vez que mata. El momento que les unió fue cuando encontraron juntos la “muerte”, la anomalía que les ha conducido al momento que comparten ahora. Las decisiones morales quedan en un segundo plano a la hora de determinar cómo finalizar con todo. Ninguno va a ceder, ambos han abrazado la maldad perjudicando al otro, solo el enfrentamiento entre ellos conseguirá algún objetivo… o no, el círculo no terminará de cerrarse del todo.
Ni siquiera cuando se planteen colaborar, buscar esos momentos que pueden suponer un punto de inflexión para ellos y para el resto de la humanidad. Su alianza tampoco fructificará lo suficiente, sobre todo por la falta de resultados. Nunca encontraran una salida que pase por la felicidad de los dos, tampoco llegarán al punto de deshacer la unión tóxica que comparten. Condenados a no entenderse, a no vivir la vida del otro haciendo un supremo sacrificio, el de empezar de cero dando su brazo a torcer. Una tozudez que choca frontalmente con el odio que se profesan el uno al otro.
Bonita ejecución, insatisfactoria solución
Podríamos decir que en este tomo terminamos de hacernos una idea global de todo lo que se nos ha ido presentando, que ese descenso a los infiernos protagonizado por Ferris y Shawn Tucker, en el que sus deseos chocan diametralmente con los de su oponente, ha sido de lo más satisfactorio para el lector, pero el sabor de boca choca directamente con eso, no deja buen poso, ni como obra ni como resultado. Un gran espectáculo visual por parte de Lee Bermejo pero una crónica deslavazada, donde juega un papel muy importante la interpretación de aquellos que reciben entre sus manos el tomo.
La belleza del trazo y la experimentación con diferentes estilos por parte de Bermejo ha sido una constante en los tres volúmenes, pero no es suficiente para dotar al conjunto de una homogeneidad literaria, aunque descubramos que las escenas que revisitan la Historia de nuestro planeta Tierra corresponden al asesinato del Archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa la Duquesa Sofía Chotek, preludio de la Primera Guerra Mundial, el cruce del río Delaware por parte de George Washington, o Genghis Khan, o Napoleón Bonaparte o Alejandro Magno, incluso vernos ante el dilema de acabar con Poncio Pilato, entre algunas otras. Muy bonito, sí, pero no termina de convencer.