Los dos primeros arcos de la colección Fantasmas reunidos en el primero de dos tomos que reunirán esta historia de espectros cabreados protagonizada por Jackson T. Winters, un vivo que no teme a la muerte. ECC Comics llama a Los Cazafantasmas para embarcarse en una aventura terroríficamente divertida.
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Nombrar a los archiconocidos Ghostbusters en la entradilla no es del todo correcto, salvo para el chiste fácil. En esos programas con los que nos bombardean desde hace unos años sobre casas de empeños, rastreadores de tesoros o revienta trasteros. Existe una pequeña joya de la creatividad de los guionistas que va de un grupo de tres amiguetes (Zac Bagans, Nick Groff y Aaron Goodwin), que se dedican a perseguir entes sobrenaturales por diferentes localizaciones de Estados Unidos (con incursiones en el extranjero también), para conseguir pruebas de la existencia de los mismos y poder enseñárnoslas a los pobres espectadores. Anda que no he visto pasar motas de polvo veces iluminadas por los modos nocturnos de las cámaras que resultan ser cualquier fantasma de tres al cuarto.
Pues al iniciar Fantasmas, el comic-book, nos encontramos precisamente con una visita a una mansión encantada. Con un grupo de cazadores de lo sobrenatural como parte del equipo formado por Jackson Winters, un ex presidiario que recientemente fue liberado de la cárcel para que haga lo que mejor se le da, robar algo. Pero esta vez no se trata de mangar dinero de una caja fuerte, ni tirarle del bolso a una viejecita, ni siquiera de volver a repetir el fracaso que supuso su último plan, asaltar un casino en el que perdió a todos los que trabajaban con él. Ahora tiene que sacar a un fantasma de esa casa y llevárselo a un coleccionista codicioso. Por supuesto, nada de lo que podamos pensar en un principio tiene parecido con la realidad a la que nos vamos a enfrentar.
Dos historias en un solo tomo
La trama de la mansión con entidades protoplasmáticas detrás de cada cuadro no es lo único que vamos a poder saborear. Nos llevará los cinco primeros episodios para entrar de lleno en algo relacionado directamente con el pasado de Winters, lo que nos permitirá no solo viajar al México de las pirámides aztecas, sino ver a través de flashbacks como sucedieron alguno de los momentos más álgidos del fracasado asalto al casino. Allí encontraremos una explicación a varios de los secretos que Fantasmas guarda, como el por qué de ese deseo que Jackson tiene por morir, aunque si pudiera elegir preferiría vivir un poquito más. Las posesiones cobrarán protagonismo sin dejar de ver apariciones, incluso de bestias salvajes.
Al final las piezas se van posicionando para encarar la resolución en el siguiente volumen recopilatorio que nos traerá ECC Comics más adelante. Pero al ritmo que Winters pierde aliados no sabemos cómo se las va a terminar apañando para salir con buen pie de todo esto. Ni siquiera como terminará resolviendo esa compañía que no le deja ni a sol ni a sombra desde el final del tercer arco. Un espectro femenino con mala baba que desea verle muerto pero que tampoco va a permitir que abandone este mundo por la vía rápida, prefiere verle sufrir ampliamente antes de que llegue su hora.
Muerte allá donde mires
Joshua Williamson, autor californiano que reside en Portland, Oregón, lleva más de una década dejando su sello en las grandes editoriales americanas. Tanto Marvel como DC Comics (mucho más prolífico en esta última) así como sellos independientes como Oni Press o Image han disfrutado de su buen hacer escribiendo historias. Williamson nos retrata aquí a un hombre castigado por el destino, que sigue adelante a duras penas y que se refugia en su falta de temor a cualquier cosa para lanzarse a pecho descubierto a cualquier empresa que vaya surgiendo. Su huida de la cárcel y posterior encargo no van a ser su primera intervención con elementos sobrenaturales, en su currículum ya había algo antes.
Goran Sudzuka y Davide Gianfelice se hacen cargo de los lápices y tintas de la historia, con un estilo sobrio y sin licencias creativas excesivas, primando la narrativa sobre el preciosismo de otros trazos. Se van repartiendo los números entre ellos, con Sudzuka en los tres primeros para luego irse alternando a lo largo de los siguientes. Sus estilos son similares aunque perfectamente reconocible el de cada uno. Con Gianfelice dejando expresiones algo más cartoon, pero dejando ambos unas elevadas dosis de sangre y acción. Una historia que hasta el momento resulta amena de leer, generando ese interés necesario por saber que va a suceder a continuación con estos pobres diablos… y con los fantasmas también.