Dane Whitman alias Caballero Negro, es un Vengador pero últimamente no goza mucho del favor de sus compañeros y apenas cuentan con él, salvo caso de extrema necesidad. Panini Comics peina las crines de la montura del Caballero Negro mientras nos ofrece como se enfrenta a su oscura vida.
El personaje trágico del que nos enamoramos
La historia del Caballero Negro se remonta a muchos años atrás pero su momento más álgido lo vivió cuando pasó a formar parte de la alineación titular de Los Vengadores durante la etapa de Roger Stern, haciendo aparición en la Mansión en Avengers # 252 USA, en el sprint final de la saga donde La Visión quiso hacerse con el gobierno mundial. Pero su regreso desde su exilio de OtroMundo, esa dimensión donde podemos encontrar Ávalon y muchas más referencias a Arturo Pendragón, se había producido de la mano de Steven Grant y Greg Larocque en Avengers # 225 y 226 USA. Desde este momento permanecerá como vengador durante un largo periodo de tiempo repartido en dos largas etapas que le llevarán hasta Avengers # 375 USA y la resolución de la Saga de Proctor.
Siempre ha sido un héroe pintoresco por su equipación de armadura de cota de malla, casco y espada pero además maldito por tener que ser el guardián y custodio de la Espada de Ébano, un arma que ya hemos podido ver en una de las escenas de los créditos de la película de Los Eternos, donde todavía no hemos podido ver a Kit Harington empuñarla pero sí hacer un pequeño papel que le ha presentado como Dane Whitman / Caballero Negro y donde ya se ha visto la relación que mantenía con la eterna Sersi, la mujer que en los comics le destrozó el corazón y lo llevó a una encarnación más oscura.
Con todos ustedes… Sergio Dávila
No podemos pasar por alto la presencia a los lápices del dibujante español. Ha sido muy grande su evolución en los últimos años pero su irrupción actual en Marvel lo ha llevado a unas cotas muy superiores en todos los sentidos desde que se ocupaba de Conan en los últimos números que publicó Dark Horse. Se ha vuelto mucho más detallista en cada escena y ha mejorado enormemente las expresiones faciales. Parece un dibujante diferente, pero es lo que tiene ir ganando experiencia y confianza, que junto al trabajo constante te hace llegar a cotas que te dan el status de estrella, y los españoles últimamente tenemos mucha suerte de contar con tanto representante patrio trabajando para el mercado americano.
Sin ir más lejos, las portadas principales de los cinco números que completan el tomo están a cargo, ni más ni menos, que de Iban Coello, otro hot artist. Pero Dávila se luce a lo grande, con splash pages memorables donde desarrolla, con todo su esfuerzo pleno, una narrativa completamente digna de una adaptación cinematográfica donde el guion de Spurrier queda bordado por el mejor dibujo posible, donde también pesa bastante el color aplicado por Sean Parsons, con una paleta luminosa y embriagadora a la par que la Espada de Ébano se desata a su máxima potencia.
Los mitos artúricos
Si Spurrier nos introduce de lleno en un pasado donde no quedan pruebas de la existencia de un rey medieval llamado Arturo, pero si muchas leyendas que nos hablan de un reino de caballeros honorables, que mezcla la magia de Merlín o Morgana La Fey y todo el conglomerado feérico, que deja como legado un descanso final en Ávalon, una isla que homenajea a un rey que deja allí descansar sus huesos. De allí parte nuestro Caballero Negro, descendiente de Sir Percy, el primero que portó el título, y que ya campaba por aquellos lares siglos atrás.
La maldición de la Espada de Ébano viene a narrar la dificultad que Dane Whitman, un personaje castigado en grado sumo, tiene para controlar el arma que maneja, cómo lucha por no acabar consumido por la oscuridad, aunque en ella encuentre el poder necesario para derrotar a sus enemigos. Es una historia noble de sacrificio y a la vez demuestra la dependencia que crea tener un gran poder entre las manos, aunque se trate de una tentación cuya contraprestación no lleve a nada bueno. Ayudado por la cazadora de monstruos Elsa Bloodstone y otros invitados de excepción se aprovecha para dar una vuelta de tuerca al concepto que supone cargar con semejante peso sobre los hombros.