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Cómics / libros

Dulces tinieblas. Un oscuro y cruel cuento de hadas

dulces tinieblas portada fabien vehlmann / kerascoët

Norma editorial publica Dulces tinieblas una obra adulta con apariencia de un cuento infantil. El horror disfrazado de muñeca infantil.

Los cuentos infantiles han evolucionado en su forma y en su intención desde sus orígenes. Los hermanos Grimm, Andersen o los Perrault son recordados por sus historias para niños y jóvenes, tramas de héroes y villanos y actos heroicos y de amor verdadero. Pero los cuentos populares originales no eran tan dulces. Con el tiempo se han recuperado buena parte de estos cuentos en sus formas originales y la sorpresa ha sido mayúscula.

Eran más violentos, más oscuros y sus moralejas y alegorías son menos brillantes y más utilitaristas. Los protagonistas no tenían piedad de los villanos, y muchos héroes no eran tan heroicos (el príncipe violando a la Bella Durmiente y dejándola embarazada) y los finales no siempre eran felices (buscad el final original de la Sirenita)

Con este espíritu Vehlmann y Kerascoet han creado Dulces tinieblas, una obra que parece un bonito relato con aire a un cuento infantil, a una fantasía de seres diminutos que pueblan un mundo lleno de naturaleza con la que se relacionan. Pero a pesar de esa presentación que podría recordar a David el gnomo, los Pitufos o Los Diminutos, se revela en pocas páginas que no es para niños, que es un cuento para adultos en los que hay una crueldad desasosegante. El horror escondido detrás de un biombo ilustrado con un paisaje del romanticismo.

dulces tinieblas página

Dulce oscuridad lo protagonizan un puñado de personajes que podrían ser estereotipos de una historia de Ghibli, pero con unos valores retorcidos y crueles. Fabien Vehlmann escribe para mostrar el egoísmo absoluto, el desprecio, la miseria y la crueldad que existe dentro de las peores personas. Asesinatos, necrofilia, mutilaciones, canibalismo y torturas, dibujadas para que pudiera entenderlas un niño de 4 años, lo que lo hace aún más macabro. No es un horror discreto, hay sangre, hay vísceras, y hay una completa falta de moral y sentimientos humanos en un puñado de seres monísimos, sin leer este cómic podríamos llevarlos en llaveros y muñequitos, leyéndolo es mucho más probable que trataramos de aplastarlos como gargameles de segunda.

Con una influencia clara de Japón y con un gran colorido, el arte de Kerascoet busca en Dulces tinieblas, que bajes la guardia para que cada acto de maldad impacte y te descoloque. Además de no sobrecargar las escenas ni en número ni en duración, para no saturar y perder el efecto de sorpresa y la desazón que deja. Con acuarela, colores pastel y una gran cantidad de luminosidad la sangre es más roja, y el asesinato puede parecer un baile infantil, pero las vísceras terminan igualmente en el suelo.

Con Dulces Tinieblas encontramos una obra que sorprende y atrapa, que responde a su título, los dulces personajes que viven en un mundo pastel, pero están llenos de tinieblas. No es una obra de terror es el horror disfrazado de cuento de hadas. No hay sustos, ni monstruos terroríficos, no hay giros sorprendentes, no busca la tensión, te introduce en un mundo precioso pero podrido por dentro, el horror es el poso final de los vaivenes de estos pequeños y cuquis personajes.

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